En la imagen se ve a una mujer norcoreana y su pequeña hija tratando de escapar de los controles de los soldados que intentan impedir su derecho de salir del país. La niña empieza a llorar y su madre sigue forcejeando con los soldados. Hombres, mujeres, niños, niñas y gente de avanzada edad que cada día que escapan en grupos intentan borrar su identidad original y fingir una persona que ellos han inventado por obligación y por las circunstancias. Aún así, son descubiertos y deportados a Corea del Norte a la espera de ser juzgado y condenado a muerte o al sufrimiento "eterno". Ellos gritan: "No soy norcoreano, no soy norcoreano".
La mejor alternativa para eludir la deportación es el soborno. Pero este acto no es permisible para todos los desplazados norcoreanos ya que uno tiene que disponer en su bolsillo la estratosférica cantidad de 30.000 wons, aproximadamente un año de sueldo de un trabajador normal norcoreano. Aunque en realidad, más de la mitad de los trabajadores no suelen llegar a ganar esa cantidad. Había un caso que un desplazado, que se escapó del país pero que fue descubierto, gracias a sus familiares, pudo pagar su precio de la "libertad" por esa cantidad. Pero esto ha sido uno de aquellos casos excepcionales e hipotéticos. La realidad es que cientos de personas, sin distinción de edad y sexo, se colisionan con la muerte habitualmente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario