Una mujer norcoreana llegó a China hace seis meses pero aún no ha podido salir de su residencia clandestina. Vive cada momento de su nueva vida en la sombra. Ella es de la ciudad de Chongjin y estaba trabajando para aquellas personas que intentaban contactar con sus familiares de Corea del Sur, una actividad declarada ilegal en Corea del Norte. Pero fue descubierta por el régimen y tuvo que salir obligatoriamente del país para salvar su vida. Dice que sus hijos y su esposo aún están ahí y que algunas veces cruza la frontera para verse a escondidas. En la actualidad, está preparando su viaje a Corea del Sur.
Una abuela estaba siendo ayudada por de una persona surcoreana y ahora está recibiendo ayuda por algunas iglesias evangélicas surcoreanas de forma clandestina y secreta y gracias a ella, puede sobrevivir día a día. Sus vecinos han intentado cruzar la frontera entre Corea del Norte y Corea del Sur, pero la suerte no ha estado en su parte. Fueron detenidos y llevados al campo de concentración. La abuela ya no tiene compañía con quien hablar y expresar sus sentimientos y temores diarios.
Una mujer de unos treinta años ha intentado eludir el control de los soldados norcoreanos cruzando la frontera por las montañas pero no ha podido encontrar el camino y tuvo que volver a su lugar de origen. Pero espera que su sueño de cruzar la frontera se haga realidad algún día. Una mujer de unos cincuenta años siempre ha querido cruzar la frontera entre Corea del Norte y China pero aún no se ha atrevido por miedo a que la descubran. Actualmente está trabajando en el mercado de su ciudad pero sus beneficios por las ventas diarias no son esperadas y apenas dan para comer.
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