Decidieron ingresar al primero, segundo, e incluso al tercer hijo al ejército con la esperanza de que puedan comer algo, tener un techo donde dormir y aprender a enfrentar en situaciones extremas con este tipo de educación. Parecía que el régimen les cuidaría como si fuera una gran familia (como siempre había prometido) y el peso de la preocupación de los padres fue algo menor debido a la mala situación económica en Corea del Norte. Estaba previsto estar al servicio militar durante tres años y medio. Dos de ellos aún no habían cumplido la mayoría de edad y el primero acababa de superar esa barrera de edad.
Años más tarde, un camión militar se paró en la puerta de su casa. Los militares descargaba a uno de sus hijos con un aspecto extremadamente delicado que incluso no podía caminar sin la ayuda de una persona. Los padres enseguida socorrieron al hijo y le preguntó: ¿Que te pasa, hijo? ¿Estás bien? Entraron rápidamente a casa y la madre empezó a preparar una sopa de maíz. Pequeñas aportaciones de los vecinos (arroz, pequeñas bolsas con medicinas, ropa cálida) hizo que el hijo pudiera levantar los ojos y decir unas palabras. Les había dicho que llevaba días sin comer ya que faltaba alimentos para todos los soldados, especialmente aprendices, y que muchos están siendo transportados a sus hogares o muertos directamente. Los dos hermanos restantes están aguantando lo que pueden pero que no tardarán en volver a casa.
Nota: Aunque el servicio militar en Corea del Norte dura aproximadamente cuatro años por ley, en realidad, se está alargando de siete a diez años.
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