"No se lo van a creer. He visto cosas que usted diría que es mentira. Durante mis cuarenta años de vida, he visto que los padres tenían que vender a sus propios hijos para poder comer o esposos poniendo precio a sus cónyuges ante las mafias en la fronteras. Sus acciones han sido descubiertas y fueron fusilados en secreto por los militares jóvenes. Duele que mis pupilas pudieran ver solo actos desagradables. No hay seguridad en las calles. Todos miran mal a todos. Sospechamos de todos. Una vez, vi como humillaban a un hombre que mató a su hijo para comérselo después...terrible..."
Su voz empieza a temblar cuando comienza a recordar unas imágenes en su cabeza. Un día, abrió la puerta de uno de sus amigos. Nadie estaba dentro de ella. Pasaron días y meses pero no hubo noticia alguna de ellos. "Posiblemente habrán escapado a China o a Rusia o habrán sido desaparecidos sin dejar rastro". También abrió la siguiente puerta de un vecino suyo aquel día. Vio como los cuerpos de la familia del residente ya no respiraban desde hace días. Habían tragado veneno y habían fallecido horas después. "Y lamentablemente, estas cosas sucederán todos los días en Corea del Norte. A uno se le queda esas estampas pasadas para toda la vida..."
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