A la gente ya no le importa si la pronta y posible guerra gane Corea del Norte, Corea del Sur, Estados Unidos o China. Se comentan silenciosa pero directamente que ellos sólo quieren salir de esta realidad melancólica y gris donde todos expresan endeblez en sus rostros. Además se surgen comentarios como: "Este país caerá al precipicio muy pronto", "Este régimen está apunto de ser devorado por otros países por su mala política con sus habitantes", "Yo ya no quiero vivir así", etc.
La desigualdad social se ha extendido demasiado y generó una brecha trascendental entre las minorías ricas y la mayoría pobre, concepto que los defensores del régimen niegan con total firmeza. La gente cree que la política de Corea del Norte es un sedimento y recuerdan de vez en cuando aquellos tiempos donde no había diferencia alguna entre los que viven bien y los que viven mal. Muchos han oído de la espectacular crecimiento económico surcoreano en los años 70 y en los 80 y aquel concepto ilusionante "con el dinero se puede hacer todo, uno puede ser feliz" ha piso fuerte en la sociedad norcoreana y, en cierto modo, algunos miran con desafío al mismísimo régimen actual.
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