Según los datos de distintas organizaciones internacionales dedicada a la promoción y fomento de derechos humanos, aproximadamente sesenta personas son anualmente castigados con la pena de muerte en Corea del Norte (aunque los datos reales pueden ser mucho más elevados). El fusilamiento es la única forma de ejecutar a los condenados. Antes de ser ejecutados se enfrentan en juicios llenos de irregularidades o incluso son condenados sin poder ser celebrado un juicio. La ejecución de las personas, muchos de ellos con presunción de inocencia, se realiza en público con testigos de todas las edades: desde niños hasta ancianos. Treinta balas atraviesan sus cuerpos sin piedad bajo la atenta mirada de cientos de personas. Muchos son convocados a observar la atrocidad cometida por el régimen como una advertencia.
Las personas que "traicionan a la gran patria" y que envían secretamente información y condiciones de vida norcoreana a Corea del Sur o al mundo occidental son ejecutadas sin tener derecho alguno a una apelación. Aquellas personas que mataron a individuos de manera accidental para robar un trozo de pan para dar a sus hijos son ejecutadas. Aquellas personas que se opone firmemente al régimen son ejecutadas. Aquellas personas que leen la biblia y creen en Dios son ejecutadas. Aquellas personas que se escapan a China, a Corea del Sur o a otros países tienen el máximo riesgo de ser ejecutadas. Aquellas personas que tratan de encontrar su dignidad son ejecutadas. Aquellas personas que tratan de actuar de otra forma, lo contrario al régimen, son ejecutadas.
Pero hay que distinguir en este caso, la diferencia entre la pena de muerte directa (el fusilamiento) y la indirecta que son la privación de alimentos y el apaleamiento. Este tipo de pena de muerte es aplicada especialmente a los familiares de los condenados y a los que trabajan en campos de concentración. Si sumamos las víctimas de ambas penas de muerte, el número sería incalculable. Mientras tanto, el régimen sigue negando la existencia de estos campos de concentración pero por otra parte, es el único país que se niega a ser sometido a las recomendaciones derivadas del proceso del examen periódico universal de las Naciones Unidas.
El vídeo de abajo muestra una ejecución realizada públicamente en Corea del Norte en 2005 sin poder saber la identidad del condenado y que delito ha cometido.
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