La segunda parte del documental "La frontera del paraíso" habla sobre aquellos hijos de madres convertidas en esposas de ciudadanos chinos o que están en pequeñas aldeas y pueblos en la zona fronteriza (China y Corea del Norte) sin poder saber aquel objeto que nos llega como la oportunidad de mejorar sus vidas. Se han convertido en fantasmas ya que al nacer, la incoherente precisión del régimen chino no le ha facilitado una identidad porque sus progenitores son ilegales en China. Sus nombres son conservados pero su invisibilidad burocrática les aparta a accesos básicos como la educación (solamente pueden cursar la educación primaria) o la sanidad. También habla de madres que cruzan el río fronterizo, desnudas, en unas de las zonas más frías del mundo.
Existen tráfico de identidades para conservar un mejor futuro para sus hijos pero su elevado precio hace retroceder el sueño de cada uno de los padres. También cuenta la historia de una madre soltera, guía turística en la zona noroeste de China, que intenta cruzar con su hijo que padece discapacidad a Corea del Sur con su pasaporte falso chino (y haciendo una promesa de ver a su hijo después de 30 noches).
Existen tráfico de identidades para conservar un mejor futuro para sus hijos pero su elevado precio hace retroceder el sueño de cada uno de los padres. También cuenta la historia de una madre soltera, guía turística en la zona noroeste de China, que intenta cruzar con su hijo que padece discapacidad a Corea del Sur con su pasaporte falso chino (y haciendo una promesa de ver a su hijo después de 30 noches).
Y por último, habla la historia entre un padre, ya residente en Corea del Sur, y su hijo residente en China de volver a ver cuando tiene que emprender un largo viaje hasta Tailandia y de ahí, coger el avión hasta la frontera del paraíso: el aeropuerto internacional de Incheon, Corea del Sur.
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