La ciudad de Yanji
Asombro aparte, ya todos tienen que esconderse. Sus presencias hacen exaltar a los guardias del régimen chino. Quienes necesitan trabajar para tener ingresos, sin decir su identidad, labran cobrando una cantidad mísera. La denuncia por las condiciones laborales nefastas es improbable y muchos conforman con el sueldo o viajan hacia grandes ciudades en busca de un refugio en asociaciones cristianas o no cristianas para así intentar volar a terceros países. Cerca de esta ciudad, existen un puente que une los dos países pero las sensaciones dejan una lejanía abrumadora. La percepción tiene acceso a observar parcialmente los edificios blancos y oxidados pero la traba que impone el régimen nos impide acceder a ellos.
La plataforma que une Corea del Norte y China pero que hay una línea blanca pintada que impide que cruce.
Algunos turistas, conocedores de la situación del conflicto que llevó a la división de Corea del desde el firmamento del armisticio en 1953, perciben cierta melancolía. Se preocupen por los habitantes que jamás conocerán. Les duele que haya personas que padecen inanición. Buscan una respuesta pero saben que nunca lo tendrán. Para aliviarse sacan una foto de recuerdo y abandonan discretamente el lugar.
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