Parece que al régimen norcoreano no le ha gustado demasiado que Corea del Sur haya organizado los Juegos Olímpicos hace 25 años. Obviamente, ellos no enviaron a sus atletas a dicho evento para sumar al boicot junto a otros seis países "aliados" (Nicaragua, Haití, Cuba, Seychelles, Albania y Etiopía) y las autoridades surcoreanas incluso han reforzado la seguridad por un posible atentado en las principales ciudades del país. Cuando concluyó después de 16 días de competiciones deportivas y actividades culturales, los países del este que hasta entonces escucharon noticias solamente por los medios oficiales norcoreanos, han insistido en establecer una cooperación económica con Corea del Sur.
Cada cierto año, entre los amantes del comunismo, se celebra el denominado "Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes" que hasta finales de lo años ochenta se festejaba en los países de bloque socialista como Hungría, Unión Soviética, Polonia, Cuba, Rumania con excepciones como Finlandia o Austria. Quizás Corea del Norte habrá solicitado expresamente organizarla en 1989 como una respuesta alternativa a los Juegos Olímpicos de 1988 y mostrar al mundo el poder de convocatoria que podían tener. Efectivamente, unos 22.000 representantes de 177 países llegaron a Pyongyang durante los primeros días de julio de aquel año bajo el eslogan "Por una solidaridad anti-imperialista, paz y amistad". Hasta en la actualidad, sigue siendo el mayor número de países participantes de este Festival.
Se construyó específicamente para esa ocasión uno de los estadios más grandes del mundo que es el Rungnado donde siguen cabiendo unas 150.000 personas. El gasto para este festival había superado miles de millones de dólares cuando los pequeños síntomas de hambre empezaban a surgir en las aldeas y ciudades de Corea del Norte. Pero durante los ocho días que duró el festival, los habitantes no tuvieron más opción que dar la bienvenida ofreciendo a los que llegaban, quizás, una sonrisa algo forzada. La cuestión es si era realmente necesario el despilfarro orquestado por el régimen en un evento que sí era politizada en vez de responder las necesidades de la gente corriente. Puede ser que si no hubiera existido ese derroche, la hambruna de los años noventa, con millones de personas muertas, podía haberse evitado.
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