La adaptación en una sociedad totalmente nueva como la surcoreana es un reto difícil para los norcoreanos que acaban de pisar en el aeropuerto de Seúl. Casi la inmensa mayoría consigue, con los años, establecerse en un sitio donde la competitividad tiene palabras mayores y que poco a poco ellos lo van experimentando. Casos increíbles de la superación humana provienen mayormente por los norcoreanos. La felicidad y aquella extraña atracción para luchar por los objetivos que han planteado parecen estar más cerca y semanalmente sus historias personales de progreso aparecen en los medios de comunicación de Corea del Sur.
Pero observando el otro lado, existen personas que no consiguen habituarse de forma evolutiva y que barajan en cambiar de países. Las opciones son Estados Unidos, Canadá o Europa. Aunque automáticamente hayan obtenido el pasaporte surcoreano por ser desertor de Corea del Norte, tratan de esconder la nueva identidad que le han otorgado y solicitar de nuevo el asilo en terceros países. Así creen que con los años, de acuerdo de las legislaciones vigentes de cada país, se les otorgarán un documento acreditativo. Según las estadísticas, este año hubo más de 155 casos de este tipo.
Aunque se valora sus intenciones de establecerse de nuevo en una sociedad ajena a la asiática (surcoreana), si nos encontramos con la realidad, ellos, al estar registrados como ciudadanos de Corea del Sur, lamentablemente son tachados en aquellos terceros países como inmigrantes ilegales. En caso de que llegara una orden de deportación, muy posiblemente serán devueltos a Corea del Sur. Pero ellos temen lo peor. Creen que les devolverán a Corea del Norte a pesar de tener el pasaporte surcoreano. Para solucionar este problema, se necesitaría una discusión adecuada y cooperativa entre los países implicados. Quizá veremos en varios años una conclusión satisfactoria para todos.
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