Imaginemos que Corea se reunifica en un momento dado. Imaginemos a todos los que están en la península y los coreanos que viven alrededor del mundo festejar ondeando la bandera mientras que la desaparición del régimen comunista ya es historia. Toca reorganizar el país y nivelar a partes iguales la economía de cada región. Es probable que el principio sea difícil pero que en pocas décadas el crecimiento económico sea una realidad. Corea del Sur aportará la tecnología mientras Corea del Norte aportará recursos naturales. La pregunta es: ¿Y las personas?
Algunos habían confesado que ellos, los hombres, se consideran como unos perezosos. Que Corea del Norte de hoy se mantiene como puede no gracias a los inútiles líderes de la élite norcoreana sino mujeres anónimas valientes y extraordinarias que consiguen sacar a diario adelante a sus hijos incluso a sus esposos. Los hogares actuales de Corea del Norte, las que mandan y ordenan dicho espacio son las mujeres aunque son menospreciadas por los hombres que tratan de ahuyentar de sus temores en el alcohol y drogas sintéticas.
La zona norcoreana es aún gris y borrosa. El progreso es difícil y su intento es bloqueado por sus autoridades, sean locales o estatales. Dominado por los hombres. Una vez que se junten las dos Coreas, nos queda observar a las norcoreanas que con sus fuerzas pueda convertir en lugares realmente diferentes a las actuales. Y lo que acabo de escribir quizá los más expertos de la temática no lo sepan del todo. Las que consiguieron llegar a Corea del Sur, en su mayoría las mujeres, son quienes llaman la atención por su dedicación y valentía.
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