Por un lado, están los que investigan todas las actividades del régimen norcoreano que supuestamente no podían ser sabidas al mundo exterior debido a su hermetismo pero que de alguna forma dichas informaciones se filtraron por los medios. Los datos cuantitativos como las estadísticas y los cualitativos como las biografías detalladas de los refugiados norcoreanos sirvieron para perforar aquella pared que hasta hace algunas décadas era prácticamente imposible. Solamente en Corea del Sur, cada año se editan cientos de libros con fines académicos de esta temática aunque no consiguen llegar al gran público por su difícil vocabulario.
Por otro lado, los que empiezan a despertar de aquel horrendo sueño y que, con su voz, comienzan a ilustrar ese mundo controlado de forma milimétrica. Todo lo que guardaron en su interior, aunque hubo dudas en el primer momento, lo estrellan mediante imágenes y palabras. Sus voces son contadas por todo el mundo y pone en evidencia la gestión de la élite política norcoreana. Los casos personales son pruebas claves en las organizaciones supranacionales para su posterior análisis y condena a Corea del Norte para que las violaciones de derechos humanos se eviten a corto plazo.
Pero los desacuerdos crecen entre los dos sectores. Cuando uno expone su opinión sobre Corea del Norte otro empieza a discrepar. De ahí, el rifirrafe. Sin llegar a un acuerdo común. Seguramente esto debilitaría la conjunta lucha contra el régimen norcoreano. O peor, sería objeto de burla por parte del régimen hacia ambas partes. Las discusiones ocurren en todo el momento a lo largo de nuestras vidas porque somos humanos y nos dedicamos a murmurar al contrario en caso de no satisfacer la opinión suya. Y esto hace doler a los que obran poniendo en peligro sus vidas. Ahí está la cosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario