"El se marchó al otro lado del mundo hace ya tres años por una enfermedad y tuve que estar a cargo de la familia vendiendo pocas cantidades de panes o cigarrillos en el mercado local (zona de Kyong-seong, situado en la provincia Hamkyung-Norte)". Pero su plaza de la lonja se veía amonestada constantemente por unos guardianes jóvenes que quitaban sus pertenencias sin explicación alguna. Ella no podía protestar. Iba en contra de la ley y sería acusada por "desobediencia civil". Suplicaba que devolviera al menos la mitad de lo extraído pero su imploración molestaba aún más a los malhechores y era expulsada del recinto. Dicha escena se repetía cada día.
Ella vio como su deuda se acumulaba al no haber beneficio por culpa de aquellos maleantes. "Paso los días con las lágrimas en los rostros. Pero esto solo pasa con las mujeres que tenemos una cierta edad. Las jóvenes regalan o invitan unos cigarrillos o un vaso de alcohol a esos guardianes y así, consiguen mantener sus puestos. ¡Menuda injusticia! He tratado de denunciar esta situación pero tengo miedo de la represalias de esos sinvergüenzas. Tengo a una familia que alimentar pero es imposible ganar el pan de cada día. Esto no pasa solo a mí. Sino a todas las mujeres y hombres mayores que intentamos sobrevivir como sea. Esto es un eterno calvario. Solo quiero que haya una solución lo antes posible..."
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