Él aún no quiere creer de lo que pasó sobre la desaparición de su vecina y de su hijo prematuro. La historia es que ella se suicidó después de meses de depresión por su culpabilidad de haber matado a su bebé cuando lo único que pedía de forma desesperada era leche materna. Hace semanas que se presentaba los primeros síntomas de la desnutrición y el bebé agarraba constantemente los senos de su madre. Ella, al no poder dar su necesidad, le había tirado por la puerta. Aquel pobre criatura falleció en el acto por diversos traumatismos y las posteriores angustias arrepentidas de la madre no sirvió de nada para devolver a aquel bebé con vida.
Él, después de ver morir a su hija y su padre por inanición, abrió la puerta de sus vecinos en busca de cantidades pequeñas de arroz y maíz. En la primera casa, vio a un niño de cinco años y un anciano invidente sin poder apoyarse en alguien. Los padres de niño le había dejado hace días y aún no hay noticia de ellos. Cuando abrió la siguiente puerta, vio a una familia exhaustos por no ingerir comida en días y sus barrigas sonaban fuertemente. Él dejo de abrir las puertas de sus vecinos. Aquel día también llegó con las manos vacías. Piensa en ir a China con su madre y con sus hijas. Está esperando el momento adecuado para hacer las maletas y dirigirse hacia la frontera.
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