Él había sobrevivido durante aquellos años difíciles estando activo en el mundo del contrabando. Así tuvo la ocasión de estar en China: "Aquellas ciudades con luces de muchísimas colores me habían impactado mucho. Las personas estaban sanas, incluso algunos estaban obesas. Era otro mundo". A unos kilómetros de la zona de Keom-Duk, situado en la provincia de Hamkyung Norte, él había visto como los motores de vehículos de lujo rugían sonidos avisados bajo la mirada frágil de los adultos y niños que venían de pedir comida a unos forasteros. Los coches, de una brillantez impecable, se desfilaban en una fila dirigiendo hacia las residencias vacacionales de los más pudientes del país.
Él había oído que por dicha área estaba el fastuoso albergue veraniego de Kim Il-Sung. No podía entender como era posible una desigualdad tan gigantesca como esta. "Los que dirigen este país se habían reído y descalificado del pasado sin saber que son ellos los que están siendo contaminados de sus avaricias. ¿Acaso no eran ellos quienes gritaban por la simetría de todos los seres humanos que viven en Corea del Norte? Esos coches equivalen a miles de vidas que por culpa de sus pésimas gestiones han desaparecido para siempre de este mundo. Siendo rabia e impotencia. Esto no puede seguir así. Sólo espero que algún día acabe esta pesadilla..."
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