"Por favor, mamá. No te quites la vida. Suicidar es de cobardes. No me dejas sola en este mundo". Aquella frase la reflexionó de desaparecerse por el precipicio sin vuelta atrás. Vio como su esposo, sus dos hijos y sus padres habían fallecido del hambre. Se vino a China sin poder reflejar su culpabilidad por haber dejado a sus familiares cercanos que habían padecido una enfermedad relacionada con la malnutrición y su síntomas más grave era tener su cuerpo paralizado al no tener una movilidad adecuada de sus músculos. "Gracias a mi hija, puedo seguir ilusionando con algo en la vida. Parecía que los sueños eran unas cosas ajenas a mí pero ella me hizo recapacitar..."
Durante la conversación, ella empieza a recordar como era su ciudad natal, Hamhung. Según ella, por las calles, se puede ver cantidades incontables de niños de la flor. Todos ellos no superaban los cinco años de edad. Se apoyan entre ellos al no tener progenitores a sus lados. Se quedaron huérfanos por la muerte de sus padres. "Me acuerdo que una niña de cuatro años agarraba la mano de su hermano de tres vagabundeando por la ciudad. Si encontraba algo de comida en el suelo, lo recogía, lo soplaba y se lo daba con una sonrisa...es increíble como el régimen no hace nada por estos críos. Para mí, es una injusticia tremenda. Alguien debería hacer algo por ellos sino morirán..."
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