Muchos habrán pensado que después de la muerte de Kim Jong-Il, las cosas cambiarían de un día a otro y que aquella palabra que tanto nos gusta como la "metamorfosis" llegaría en un lugar tan clausurado como Corea del Norte. Meses después, llamamos con prisas a las noticias ilusionantes para que cumpla con sus funciones pero su quietud nos hace pensar que nuestras ilusiones nos están traicionado llevando al camino de la decepción. La negociación para la paralización permanente del programa nuclear sigue sin obtener resultados positivos y las herencias calamitosas recibidas por el recién extinto líder siguen causando malestar entre la población norcoreana pero sin poder ser expresadas públicamente.
Las ansias para la reunificación son bien aceptadas entre la población coreana pero, con grandes diferencias. Existen sectores que abogan la utilización de la violencia y armas para atacar el territorio norcoreano y eliminar toda la raíz del comunismo proveniente de la "escuela antigua" impulsado por los Kim. Dicen que el diálogo puede ser un paso importante para la contribución de la paz en la península pero que no es aplicable en Corea del Norte. Respaldan el enfrentamiento de "tú a tú", es decir, sin intervenciones de terceros países, aunque eso sería demasiado enrevesado. Los demás sectores apoyan el diálogo y mutuo acuerdo entre ambas Coreas aunque esto ha dado consecuencias catastróficas como no saber noticia alguna de las miles toneladas de arroz recibidas durante la época de "reconciliación" sucedido a principios del presente siglo.
Nuestras ilusiones cada vez van decayendo. Nuestros abuelos y nuestros padres cuentan que ellos morirán sin ver a sus familiares perdidos. Que han esperado más de medio siglo y que cuando vieron a los alemanes estaban confiados de aquella pronta reunificación ahí también pero que con el tiempo sólo han ganado arrugas y pérdidas visuales. No quieren que sus ojos estén cegados. Les gustaría que el tiempo pare por un momento. Dicen: "El tiempo es algo maravilloso, gracias a él observamos como crecemos, pero a veces nos da miedo de lo rápido que va. A veces quiero que ande más despacio para que podemos disfrutar más de cada momento".
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