10 abr 2012

Estar preparado para el gran día


Traducción: Avancemos con las manos juntas hacia la reunificación

 La añoranza hacia la reunificación se refleja en las palabras de los expertos en esta materia que sus discursos esperanzadores no son alterados vayan donde vayan. Sus discursos son positivos pero demasiado reiterativos que muchos son impacientes de ver los resultados a corto plazo. El "cuando" se ha convertido en la pregunta más demandada por los oyentes pero que los anunciantes de la pronta unión no han podido especificar detalladamente la tardanza del acontecimiento que cambiaría eventualmente el rumbo de Corea. Repiten: "La reunificación no es un sueño, será una pronta realidad. No será a largo plazo sino brevemente. Tenemos que estar preparado para ese día". Y pone el ejemplo más categórico: la caída del Muro de Berlín y su posterior unión. Dicen: "El canciller alemán Willy Brandt, cuando visitó Corea del Sur, nos dijo que la reunificación de Alemania era prácticamente imposible pero que de repente el Muro se cayó y se unieron. Esto significa que Corea también puede ser unida de un día a otro"...

 Los oyentes admiran la energía que transmite los habladores y cuando el discurso termina, la ovación es inmediata. Miles de cabezas se emocionan, se levantan de sus asientos y aplauden con furor. Pero posiblemente entre algunos de los asistentes existe ese vacío invisible que el hablador no lo consigue rellenar. Sus charlas, en cierto modo, separa de la realidad que existe entre ambas Coreas. En Corea del Sur, los jóvenes que están en la barrera de los veinte y treinta años no ven precisamente, con buenos ojos, esa necesidad de reunificación, e incluso barajan de tener dos estados separados de manera perpetua. El desinterés político y la falta de compartimiento de entendimiento entre diferentes edades hace nublar el sueño de muchos de los años cincuenta y sesenta que observaban los calendarios para aquel gran día. Debo admitir que el pesimismo más aplastante ronda sobre mí, pero leyendo los testimonios de familiares que quieren encontrarse desesperadamente con sus parientes lejanos hace que mi contienda siga. Seguramente, mi abuelo que ya no está aquí, mis padres y cada uno de los coreanos y desertores que viven en diferentes continentes no querrán ver el aspecto desmoralizado que me surgió durante estos días. 

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