6 feb 2012

Lo despreocupado, lo necio, lo garrafal


 Uno ve por primera vez esos rascacielos infinitos y se queda asombrado. Cientos de personas corren de izquierda a derecha hablando con sus teléfonos "inteligentes". En el metro de Seúl, nadie habla. Sólo hay adolescentes viendo inclinados su serie favorita con el teléfono portátil, abuelos conversando con sus cónyuges en voz baja y obreros recién salidos del trabajo exhaustos. El recién llegado intenta tener una conversación con alguien. Pero parecen estar muy ocupado en cosas suyas.

 Hoy es el primer día de clase del recién llegado. El profesor dice:
- Hoy tenemos a un nuevo alumno. Es de Corea del Norte y es refugiado. Espero que hagáis buenos amigos y que le ayudéis con las asignaturas. Siéntate, por favor. Al fondo de la clase. 
 El rufián de la clase se levanta la mano y le espeta:
- Oye, si tu eres un rojo, ¿porque no has venido con la camiseta roja? Te quedará bien!
 Algunos inconscientes empiezan a reír. En el rostro del profesor, se entremezcla la furia, el asombro y la decepción hacia los impasibles. Silencio total.
- ¡Ustedes, fuera de mi clase!
 El estudiante norcoreano se queda mudo. Está ofuscado de las palabras disparatadas de los necios. El profesor le tranquiliza:
- No te preocupes, ellos son así y serán castigados duramente. Empezamos con la clase, ¿de acuerdo?


 Ya ha pasado tres meses y el ritmo de la clase de matemáticas es demasiado apresurado. Un día, un tema. El ritmo es vertiginoso y agotador. Ya se acerca los exámenes parciales y no sabe como prepararlas. No quiere pensar en la frustración. Cierra los ojos y recuerda lo que dijo su madre:
- Estudiar es la única vía de tener un buen futuro. Estudia, hijo, estudia. 
 Hoy es la tercera noche que duerme menos de cuatro horas. El recién llegado aguanta como puede. Ve como su sueño puede estar cercano o lejano depende de su capacidad de esfuerzo.

 Nota: El aumento del fracaso escolar de los jóvenes norcoreanos (en su mayoría) llegados a Corea del Sur es preocupante y esto se debe principalmente a la dificultad de integrarse a la sociedad tan competitiva como la surcoreana y a su sistema educativo. 

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