31 may 2015

¿Las primeras consecuencias?


 Hace nueve años, su padre Kim Jong-Il visitaba a una fábrica de harina en Pyongyang. Acompañado de los miembros de la élite política del país, toqueteaba las maquinarias y los productos recién fabricados hasta que descubrió una zona donde parte del equipo de elaboración de galletas estaban obsoletos y hacía su trabajo con bastante lentitud. Al observar eso, furioso, Kim sacó su gafa de sol y empezó a mirar con el ceño fruncido a la gerente de la fábrica. Posteriormente lanzó tantos improperios en su contra que ella se desmayó enseguida causando de manera inmediata un derrame cerebral. Fue trasladada al hospital cercano pero no ha recuperado y falleció pocos ratos después.

 Y parece que de dicha costumbre ha aprendido también el actual mandatario pero según cuentan que su nivel de desprecio hacia los funcionarios del régimen es casi desorbitado que muchos, si pueden, tratan de evitar el encuentro con Kim Jong-Eun pero decir un "no" a la máxima autoridad del país es equivalente a recibir por adelantado una sentencia a la pena capital. La falta de educación y el uso constante del improperio hacia sus afiliados de su padre no se reflejaba en las imágenes porque dichas partes eran censuradas a posteriori. Pero con el actual mandatario se ven puntualmente algunas escenas donde empieza a señalar con su dedo vejando a funcionarios que doblan la edad o fumando un cigarrillo como un símbolo visual de afán de protagonismo.

 Lo que es cierto es que esta falta de educación de Kim Jong-Eun está trayendo consecuencias no muy positivas en las relaciones diplomáticas destacando su relación ya bastante estancada con China. Muchos están de acuerdo que Kim se ha convertido en alguien incontrolable y que en caso de no tranquilizarse la caída del régimen comunista se adelantaría por su comportamiento comparado con un niño caprichoso que da pataletas en caso de no satisfacer sus necesidades. Y los miembros más destacados del Partido de los Trabajadores estarían reunidos urgentemente para seguir con el plan de mantener su sistema: aquietar el histerismo de su amado líder. 

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