Sus manos empezaban a estar ocupadas durante los primeros días de invierno. El kimjang (el proceso de elaboración de kimchi) era visible en cada vecindario de las ciudades y pueblos de Corea del Norte y Corea del Sur. En su mayoría, mujeres y niños, intercambiaban conversaciones cotidianas mientras que sus manos manchadas de salsa de pimiento rojo rellenaban cada parte de la col chino o nabos. En Pyongyang, parecen felices las amas de casas comprando verduras en los mercados del barrio. Pero no en otras ciudades norcoreanas. Aunque en Rason, la venta de col chino es ferviente la falta de materiales adicionales dificulta la buena preparación del kimchi.
En los hogares coreanos más allá de la capital del país, los ingredientes que disponen son nabos de dudosa procedencia y algo de sal. Amasan pero ya piensan que el resultado era el mismo: un kimchi demasiado salado que su propio paladar podría rechazarla inmediatamente. Los miembros de la familia preguntan si hoy tampoco tan podido conseguir la salsa de pimiento rojo. Se llevan una decepción pero no es culpa de la madre que ha hecho todo lo posible para intentar adquirirlo. Parece que las sonrisas que se comparten durante el kimjang tendrán que reservarlo hasta que lleguen tiempos mejores. Quizá el siguiente año o el próximo.
Nota: El kimjang fue declarado por la UNESCO como uno de los Patrimonios Inmateriales de la Humanidad presentada por Corea valorando el compromiso de la calidad del alimento representativo con un alto valor nutritivo y el fomento de la comunidad entre las personas.
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