30 ene 2013

Saqueos sistematizados


 Un militar aparentemente condecorado con insignias doradas estampadas en la parte pectoral de su uniforme da su primer orden del día: "Cada persona deberá recoger 12 kg de maíz y 3 kg de soja. El que no consiga traer dichas cantidades, será castigado severamente. Haced por vuestro líder". Los conminados actúan y los habitantes, en su mayoría campesinos, son obligados a entregar la totalidad de sus cosechas sin poder reaccionar ante el desafuero. Los niños empiezan a llorar porque no habían ingerido alimentos en días y los padres no hacen más que golpear el suelo para deshacer la ira acumulada. Los que se resisten a entregar son apaleados cuyos rostros se inundan de moratones.

 La reserva de alimentos en Corea del Norte es producto del sufrimiento del colectivo de los campesinos cuyas maniobras son subestimadas por el régimen. Unos dicen: "Parece que estamos viviendo en las épocas de antiguas monarquías que había en Corea. Los que están cerca del rey, hinchados de barriga mientras que la mayoría, pálidos y muy delgados". Además, casi la totalidad de los componentes alimenticios básicos recibidos por diversas organizaciones internacionales también son guardados en rincones desconocidos del país sin ser repartidas incumpliendo así las exigencias urgentes de paliar la hambruna en Corea del Norte.

 La polémica orden de recaudación tuvo sus primeras consecuencias aciagas. La tensión que hubo entre los campesinos y los militares produjo varias víctimas mortales. Todos ellos, soldados. Heridas de bala en sus partes corporales. Los ejecutores habían sido los agricultores enfurecidos con dicha orden pero aún no hay detenciones al haber ley de silencio por parte de los habitantes. No descartan más víctimas en los próximos años si la incertidumbre tiene su continuidad. Es una parte de historia cotidiana en Corea del Norte donde los homicidas anónimos son los compasivos mientras que los cumplen órdenes del régimen son los perversos.
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