22 may 2014

La apariencia engañosa



 "Las sonrisas de la felicidad sobresalen en aquel centro de atracciones. Observando el lugar de ocio Mankyung-dae. Primera Parte", dicen las letras rojas introductorias de la televisión estatal del país para presentar aquel pequeño mundo cuyos colores hacen creer que están en el bienestar momentáneo que les han tocado a algunos. Salen algunas familias agarradas de las manos rebozados de inmensa alegría con ganas de subir a cada una de las atracciones. Las maquinarias funcionan a la perfección delante de las cámaras y las luces parpadean tanto que contagian inmediatamente el estupor a una pequeña masa de gente esperando en la cola. 

 Y de repente, el factor sorpresa. La apariencia enérgica del joven líder acompañado de sus inseparables camaradas que también se encargan de guardianes personales, causa gritos inesperados de aquellos que acababan de verle por primera vez. Tratan de acercarle pero dicha lotería de que Kim Jong-eun le agarre la mano parece una opción bastante improbable. Aunque para ellos, su presencia ya supone una riqueza personal y empiezan a llorar de su particular felicidad. Y siguen disfrutan de las demás atracciones que faltan por subir. Los extranjeros que acaban de observar la apariencia engañosa no paran de mirar el sitio. ¿Acaso Corea del Norte no estaba muriendo de hambre?

 Y los funcionarios del régimen se apresuran a decir que todo lo que cuentan por "ahí" es mentira. Que los países imperialistas están utilizando la mentira para malherir su país y les invita cordialmente que suba todas las atracciones. La adrenalina empieza a asomar en el interior de sus cuerpos y explota cuando llega al límite. Gritan quizá del vértigo que padecieron durante pocos segundos y los escalofríos restantes aún no han desaparecido de sus músculos. Y regresan al hotel. Sin poder pedir que si podrían ir más allá Pyongyang. Unos cincuenta kilómetros a cualquier dirección para ver si esos sitios también son felices. Los funcionarios dicen que si. Que los habitantes que ni siquiera ellos vieron, son felices. Pero que su petición no podrá ser escuchada. Ante un porque, ellos comienzan a fabricar excusas.  

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