Si desaparecen las hormigas, los seres humanos no serían capaces de sobrevivir en la Tierra. Cada día, las hormigas no se dejan de ver en el territorio norcoreano. Mueren de uno a uno. Que el hambre sea la causa principal de la muerte en Corea del Norte es una realidad y este factor es la que llama la atención constante por la comunidad internacional. Mediante las agencias de noticias principales se supo la muerte de cantidades de personas por el hambre. Por ejemplo, la hambruna del 96 ha causado el mayor interés desde el surgimiento de Corea del Norte y el régimen no hubo otra manera que aceptar la existencia de esta lacra y dejar a las organizaciones humanitarias a actuar dentro del territorio.
Una mujer de veintitantos años está a punto de tener un hijo, pero ella no tiene de fuerzas suficientes para levantarse del suelo. Su esposo está en la minería ganando el pan pero con lo que cobra sólo podrá subastar a su familia cinco días. La mujer se levanta y se dirige, sin que su esposo se de cuenta, al mercado e intenta vender algo de comida. Pero hoy tampoco es un buen día.
Vuelve a casa e intenta descansar. Lleva casi dos días sin comer y con lo que ha trabajado en el mercado, ha cogido una pulmonía severa. Intenta hacer una sopa de maíz con verduras pero no tiene fuerzas. Además el maíz está a punto de acabar y su esposo todavía no ha cobrado (trabaja casi 16 horas diarias). Llega su marido a casa y sonríe. Él está muy ilusionado con la llegada de su primer hijo. La mujer intenta masticar pastos para intentar engañar el hambre, pero el hambre sigue amenazando su vida. El doctor de la aldea dice que si no se cuida, el hijo no sobreviviría.
La odisea sigue en Corea del Norte. Decenas de miles de ancianos, mujeres y niños intentan sobrevivir cada día, pero sin éxito. Poco a poco, las hormigas están desapareciendo en Corea del Norte. Los seres humanos también. Mientras tanto, el régimen ignora y menosprecia a los hambrientos sabiendo la situación a la perfección. La fase espeluznante de la realidad norcoreana es desconocida por muchos. Ellos nos pide ayuda pero sus voces son mudas y sus reivindicaciones son ocultadas.
Nota: En 2001, el régimen norcoreano tuvo que admitir que murieron más de 250.000 personas de hambre. El Programa Mundial de Alimentos estima que casi el 40% de la población norcoreana necesita ayuda urgente por parte de la comunidad internacional.
Una mujer de veintitantos años está a punto de tener un hijo, pero ella no tiene de fuerzas suficientes para levantarse del suelo. Su esposo está en la minería ganando el pan pero con lo que cobra sólo podrá subastar a su familia cinco días. La mujer se levanta y se dirige, sin que su esposo se de cuenta, al mercado e intenta vender algo de comida. Pero hoy tampoco es un buen día.
Vuelve a casa e intenta descansar. Lleva casi dos días sin comer y con lo que ha trabajado en el mercado, ha cogido una pulmonía severa. Intenta hacer una sopa de maíz con verduras pero no tiene fuerzas. Además el maíz está a punto de acabar y su esposo todavía no ha cobrado (trabaja casi 16 horas diarias). Llega su marido a casa y sonríe. Él está muy ilusionado con la llegada de su primer hijo. La mujer intenta masticar pastos para intentar engañar el hambre, pero el hambre sigue amenazando su vida. El doctor de la aldea dice que si no se cuida, el hijo no sobreviviría.
La odisea sigue en Corea del Norte. Decenas de miles de ancianos, mujeres y niños intentan sobrevivir cada día, pero sin éxito. Poco a poco, las hormigas están desapareciendo en Corea del Norte. Los seres humanos también. Mientras tanto, el régimen ignora y menosprecia a los hambrientos sabiendo la situación a la perfección. La fase espeluznante de la realidad norcoreana es desconocida por muchos. Ellos nos pide ayuda pero sus voces son mudas y sus reivindicaciones son ocultadas.
Nota: En 2001, el régimen norcoreano tuvo que admitir que murieron más de 250.000 personas de hambre. El Programa Mundial de Alimentos estima que casi el 40% de la población norcoreana necesita ayuda urgente por parte de la comunidad internacional.
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