29 jul 2015

Esto ya lo habíamos contado antes


 A los medios de habla hispana cualquier tipo de acaecimiento relacionado con Corea del Norte, aunque sea de una sola línea pero que contenga dosis suficiente de morbo, supone una novedad importante para publicitar su mecanismo de hacer periodismo. Puede que con esta afirmación esté pecando de generalizar el asunto. Tenemos que tomar una atención especial para aquellos medios que con rigor informaciones basada en sólidas fuentes (aunque sea esta parte la más difícil) de carácter cualitativo y cuantitativo.

 Pero esta vez no quería escribir esta entrada que consiste en criticar a los medios que buscan solamente el retorcimiento, algo que contribuye indirectamente Corea del Norte por no facilitar información suficiente a los medios. Sino que en el retraso que transmite una noticia que en otros sitios ya habían contado hace cinco o seis años. Poniendo un ejemplo, salió la noticia que Kim Jong-Eun ordenó confiscar la música censurada por el régimen. Y que los CD´s que contienen dichas canciones son destruidos por el Departamento de Propaganda y Agitación del Partido de los Trabajadores. Uno de los medios más influyentes latinoamericanos hizo eco de esa noticia diciendo que se ha requisado todos los cassettes (?) y CD´s.

 En primer lugar, aunque Corea del Norte es un lugar demasiado alejado de todos nosotros, la existencia de los cassettes también puso punto y final en aquel estado hermético. Lo que no se da cuenta ese medio es que la venta encubierta de los compact disc tuvo su mejor momento a finales de los años noventa y en la década del 2000. Es en la siguiente década cuando también en aquel país, y no sólo en la capital norcoreana, los habitantes participan de manera activa (?) en la compra de los lápices USB (también llamado como pendrives) para ver series surcoreanas sólo un día después del estreno en televisión y que muchos han aprendido como esconder esa diminuto complemento tecnológico cuando hay repentinamente un control por los inminban.

 La noticia que se publicó en aquel medio no ha sido exagerada. Ni mucho menos. Pero si contada demasiado tarde cuando eso ya se contó en este blog hace tres años y en otros medios anglosajones, también unos años antes. Entiendo que es difícil contar un argumento tan rebuscado como el norcoreano pero como periodistas deberían estar siempre "hambrientos" para buscar información que puedan ayudar a cambiar el curso de la humanidad. ¿Donde está hoy en día esa intrepidez que causó el caso Watergate por unos periodistas que ni siquiera habían cumplido los 30 pero que provocó la dimisión del mandatario más poderoso del mundo? Estos días, ese arrojo es muy difícil de encontrar. 

20 jul 2015

Aquel cambio, no gracias.


 Hace quince días que ya había finalizado el Mundial de fútbol femenino en Canadá y el equipo todopoderoso japonés no ha podido defender el título en la final ante su rival estadounidense. Pero la noticia no es esa. Sino la ausencia del omnipresente conjunto norcoreano en la cita que no falla desde 1999. No es porque el equipo Chollima (su nombre oficial) haya tenido una mala racha durante el proceso de calificación en la zona asiática sino que fueron castigados a la no participación en este encuentro porque dos jugadoras, Song y Jong, fallaron sus test anti-doping después del partido contra Colombia en 2011. Además, tres jugadores más del grupo han dado positivo en las mismas pruebas cinco días después que afectó al equipo entero y fueron multados con 400.000 dólares, la cantidad exacta de su premio por haber sido decimotercera hace cuatro años. 

 Recuerdo que cuando el régimen norcoreano empezó con el proyecto, desde principios del año 2000, de elevar a su equipo de fútbol femenino en el puesto más alto posible de la zona continental y de ahí a la lucha del podio mundial. Eran jóvenes que lograron resultados más que satisfactorios durante una década. Pero yo me había fijado en sus rostros. Resaltaban inocencia y naturalidad en sus expresiones o cuando celebraba un gol. Eso ocurre casi en todas las mujeres norcoreanos que, a excepción de las cónyuges de la élite política del país, siguen desconociendo la palabra cambio estética en sus caras. 

 Mientras que he oído la conversación de algunas mujeres norcoreanas que residen en Seúl y con el tiempo, se han acostumbrado a decir las mismas frases que las surcoreanas obsesionadas con la cirugía estética. Más de una había dicho y lo he oído: "¿Y si pongo un poquito de botox para reducir las arrugas?", "¿Dónde?", "En las patas de gallo..." "¿Cuánto costaría?", "No mucho...ahora suelen hacer bastantes descuentos si frecuentas varias veces a las clínicas". Me había conmocionado con los carteles publicitarios en sitios públicos que incluyen fotos de antes y después de personas que se habían sometido a esas operaciones y que está en auge la superficialidad en capital surcoreana. Y para los norcoreanos, seguir el ritmo de vida frenético en el país de "abajo", quizá sea la manera de que no les observen por su belleza natural y de hablar términos como "ojos grandes", "caras pequeñas" o "toxina botulínica" sea tristemente la forma de alcanzar la adaptación plena en una sociedad relativamente nueva para ellos. 

Nota: A partir de hoy, escribiré una columna diaria (de lunes a sábado) en el portal Blasting News sobre Corea del Norte.