31 oct 2018

La gimnasta que nunca tenía años

Kim Gwang-Suk en barras asimétricas

 Estos días se sabe, para los amantes de la gimnasia artística, que se está celebrando en Doha, el campeonato del mundo de dicha disciplina y que los mejores equipos del mundo compiten para estar entre los tres primeros con el fin de lograr la clasificación directa a los Juegos Olímpicos de Tokio de 2020. Corea del Norte puede estar orgulloso de sus gimnastas ya que tiene en su haber tres oros olímpicos: Pae Gil-Su en caballos con arcos en Barcelona 1992 (aunque empatado con el legendario bielorruso Vitaly Scherbo), Hong Un-jong en salto de potro en Beijing 2008 y Ri Se-Kwang en salto de potro en Río de Janeiro 2016. Estos tres gimnastas habrán recibido, a la vuelta, todos los honores que puede dar el régimen norcoreano para sus deportistas más destacados. 

 Sin embargo, la alegría de ser una deportista destacada representando a Corea del Norte no se aplicaba igualmente a Kim Gwang-Suk. Era una pequeña atleta que destacaba en barras asimétricas con una técnica que recordaba demasiado a Nadia Comaneci. Su aparición comenzó en los Campeonatos del Mundo de 1989 quedando en el puesto 14 en individual general, pero empezó a destacar en los Juegos Asiáticos de Beijing 1990 con la medalla de plata en su prueba destacada: barras asimétricas. Al año siguiente, en Indianápolis, consigue ser campeona del mundo en la misma prueba. Hasta aquí parece un camino de rosas para una atleta que hacía un ejercicio que roza la perfección y que pueden ver a continuación. 


 La edad para participar en la categoría senior era (y sigue siendo) a partir de los 15. Mientras que sus movimientos estremecían al mundo con su técnica notoria y la belleza de la rutina del ejercicio, los técnicos de la Federación Internacional de Gimnasia sospechaban como una muchacha de dicha edad podía pesar solamente 28 kilos y medir 132 centímetros. Al año siguiente, durante los Juegos Olímpicos de Barcelona, se le podía ver, mediante las imágenes, que faltaban casi todos los incisivos cuando sonreía. Sus dientes de leche se habían caído y muchos sospechaban que su edad real podía ser 10 o 11 años. Las dudas se confirmaron al saber que los técnicos de la gimnasta habían falsificado durante tres años consecutivos su edad poniendo en la solicitud el número quince. Y que de repente, en Barcelona su edad había saltado repentinamente dos años más siendo 17 pero que en dicho evento deportivo ha rozado las medallas siendo cuarta en barras asimétricas.

 A pesar de este escándalo, sus logros siguen siendo intactas. Sin embargo, aún Corea del Norte no ha sido capaz de facilitar la edad real o la fecha de nacimiento de Kim. En muchos portales de Internet, en la parte de descripción de su edad, está en blanco. Muchos siguen preguntando si ella había nacido en 1976 o 1978. O que vida tendría en la actualidad, aunque si utilizamos la estimación, quizá esté en Corea del Norte, ya adulta, dando lecciones de gimnasia artística a futuras generaciones. Sin saber sus pupilos que ella fue, a edad muy temprana, la pequeña campeona del mundo que encandiló al mundo con su infalible técnica pero que también se sigue arrastrando la curiosidad, por nuestra parte, de saber su edad verdadera. 

24 oct 2018

Los números siguen igual


 Mientras en los acuerdos que hemos visto este año, en concreto, el día 27 de abril con Corea del Sur y el día 12 de junio con Estados Unidos, se habla sobre mantener la estabilidad en la península intentando poner fin al avance de pruebas nucleares en diversas zonas de Corea del Norte pero no de un aspecto que se está aparcando pero que no debe ser secundario como eliminar la violación de derechos humanos en aquel territorio. Quizá hoy sea un día de decepción para los estudiosos de la temática cuando Tomás Quintana, relator especial de las Naciones Unidas sobre este asunto nos haya dado esta noticia tan lamentable. Y, sobre todo, esto demuestra el acto de cinismo de Donald Trump como su rol del presidente de los Estados Unidos que hace un año invitaba a los refugiados norcoreanos al Congreso y este año, dicha promesa de discutir sobre los derechos humanos en Corea del Norte sea una cuestión omitida.

 Desde la muerte de Kim Jong-Il en diciembre de 2012 y con el control abusivo dirigido por su hijo en la zona fronteriza entre China y Corea del Norte, muchos pensarán que el número de los desertores que han llegado a Corea del Sur puede que reduzca, pero se destaca que cada año superan los millares. En 2013, han sido en total 1.514 personas (76% fueron mujeres) que llegaron a Seúl. En 2014, 1.397 personas (78% mujeres). En 2015, 1.275 personas (80% mujeres). En 2016, 1.418 personas (79% mujeres). Y, por último, el año pasado, el número ha descendido hasta 1.127 personas siendo un 83% mujeres. Pensarán que, con el último dato, la economía norcoreana está en proceso de mejora y eso se refleja en las estadísticas. Lo importante es que la diferencia del estilo de vida entre Pyongyang y otras zonas del país es desmedida, algo que la investigación cualitativa no sea fiable.

 Si casi un 80% son mujeres, sin contar de la cantidad de personas de origen norcoreano que estarían por el territorio chino, más de la mitad de los refugiados norcoreanos tienen un rango entre 20 a 40 años y la mayoría vienen de la provincia norte de Hamkyung, la zona más cercana con China y que el río Tumen sigue siendo el único camino para cruzar la frontera por las noches. Estos datos puede que sean un resumen de lo que sigo investigado a lo largo de estas semanas, pero, por desgracia, no es un asunto discutible en los acuerdos que se mediatizan por la prensa. Porque entonces, mi insistencia para poder hablar de reducir el dolor de estas víctimas de torturas sistemáticas del régimen traería un soplo de aire con carácter negativo y me tacharían de cenizo y que soy capaz de restar importancia a la inmensa burbuja de felicidad que rodea la península de Corea en estos momentos. 

17 oct 2018

Los problemas secundarios y terciarios

Imagen del canal surcoreano SBS

 Parece que en estas últimas semanas sopla un aire de inmensa positividad relacionado con Corea del Norte y eso se refleja en los medios de comunicación, sean de habla coreana o extranjera. Los dos líderes de Corea se reúnen en Pyongyang bajo la aparente bienvenida fervorosa de los habitantes de la capital norcoreana. Todo parece estable. Tanto que algunos muestran optimistas incluso más que la reunión que tuvieron hace 18 años el padre de Kim y Kim Dae-jung. Flores, sonrisas y apretones de manos que da paso al dejá vu. Es posible que los acontecimientos recientes pongan a la comunidad internacional en entereza pero hay promesas que aún siguen sin cumplirse y asuntos que parecen caer en el olvido a raíz de este júbilo. 

 En la hemeroteca actual que hemos sido testigos de manera indirecta, los tres países protagonistas (Corea del Norte, Corea del Sur y Estados Unidos) han firmado acuerdos para dar paso contra la desnuclearización en la zona peninsular. Documentos que son aprobados bajo la atenta mirada de los flashes que explotan el momento histórico. Y la comunidad internacional, de forma automática, emite una pizca de animación. Sin embargo, esos avances están yendo a pasos demasiado pausados ya que existe desacuerdos anímicos ya que muchos están de acuerdo (sobre todo, entre los estudiosos de la temática) que el régimen norcoreano no abandonaría tan fácilmente sus posesiones nucleares porque es la causa principal que les han mantenido hasta ahora. Sobre todo, meses después de los encuentros, aún Corea del Norte sigue sin dar acceso a los observadores internacionales relacionado con la energía atómica para ver cómo se desmontan las instalaciones. 

 Y quizá sea yo insistente con el siguiente tema, pero parece que el mundo está olvidando los aspectos graves de la violación de derechos humanos en Corea del Norte. Estos días, cuando se refleja el país, solamente es visto los aspectos coloridos de la capital. Sin embargo, ¿qué ocurre realmente entre la población a decenas o cientos de kilómetros de la capital? ¿Los campos de concentración para prisioneros políticos? ¿Y cómo es la vida de los norcoreanos en la zona rural? ¿Se sigue restringiendo el acceso de los adultos al mercado callejero? Estas preguntas no están siendo reflejados en los medios actuales. Solamente alguna puntualización relacionada con el tema en la ONU y en algunos medios, pero sin mucha visibilidad. Me preocupa realmente que las cuestiones reales sobre los derechos humanos tengan un futuro grisáceo. Pero da la casualidad de que, si se habla de este asunto espinoso para el régimen norcoreano, la inmensa alegría del momento se esfumará de un día para otro. Estamos eligiendo si seguir la espuma de la prosperidad o discutir de los males que el régimen quiere mantener. Y parece que la inmensa mayoría ha elegido la primera opción. 

23 sept 2018

El hombre que quería estar en el olvido

Lee Yong Guk

Lee Yong Guk se convirtió en el hombre que más cerca estuvo de Kim Jong-Il. Este es su relato.

 Esta es la historia de una persona que intenta llevar una vida aparentemente tranquila pero su pasado le hace despertar frecuentemente de sus temores.

 El que fue el vigilante de Kim Jong-Il tiene la costumbre de ponerse la gorra cuando sale de casa. Adquirió ese hábito desde que fue secuestrado por unos encapuchados en 2004, que resultaron ser miembros de la policía surcoreana. Un sector del gobierno de la decimosexta legislatura no estuvo de acuerdo con sus actividades ya que consistían en criticar al régimen norcoreano en Europa, Estados Unidos y Japón. Él contaba la realidad de la élite política en Corea del Norte por haber sido el hombre que más cerca estuvo del recién desaparecido líder. 

 Lee nació en Musan, una de las decenas de ciudades fronterizas con el territorio rojo. Pronto ingresó como miembro joven en el Partido de Trabajadores de su ciudad y gracias a un compañero del círculo, que trabajaba como secretario general del partido en su área, tuvo su primer contacto con Kim Jong-Il. Fue a partir de 1978 cuando solamente tenía 16 años.

 Por ser uno de los miembros destacados del partido a escasa edad y estar al lado del hijo de Kim Il-Sung, ya que aún no tenía influencia plena dentro de la élite, gozaba de algunos privilegios restringidos para la inmensa mayoría de la población norcoreana como viajar dentro del territorio norcoreano de manera continuada y observar el aspecto privado de Kim Jong-Il.

 Según Lee, Kim Jong-Il era dipsómano habitual. Su mayor afición era disfrutar de bebidas alcohólicas de gran calidad especialmente, en sus ratos libres. Él no tenía una agenda establecida. Se despertaba a cualquier hora del día y los más cercanos reaccionaban según sus movimientos. También era conocido por sus cambios drásticos de humor. En caso de tener buen humor, era un día aparentemente tranquilo mientras que, si no lo era, todos esperaban a ver quién podía estar en los Kwalliso, los campos de concentración para prisioneros políticos.

 “Creo haber visto unas veinte villas enormes y lujosas que estaban repartidas por todo Corea del Norte. No sé el número exacto. Cada vez que íbamos a una ciudad donde tenía su casa llamábamos a los habitantes de esa zona para que se formaran una fila. Decenas de metros de personas inclinadas a noventa grados. Incluso ancianos que tenían setenta años. Hubo también algunos que se escapaban lejos de las villas y se escondían en un monte cercano para evitar el saludo. Kim observaba a la gente pero actuaba de una manera incorrecta gritando: “¡Eh, tú!”. Entonces, todos se inclinaban más hacia abajo temblando...él les señalaba con el dedo...”.

 El acceso a esas villas estaba permitido solamente a los familiares más cercanos de Kim. Ni siquiera el recién desaparecido Jang Song-Taek podía entrar. Según Lee, entraban Kim Il-Sung, su padre; Kim Jong-Il; Kim Kyung-Hee, su hermana; Kim Jong Nam; su hermano mayor; y Kim Jong-Suk, su madre. Lee había visto a Kim Il-Sung siete veces pero raramente se encontraba con los demás miembros excepto Kim Jong-Il que veía casi todos los días.

 Cuando Kim Jong-Il estaba solo en sus villas, a menudo se veía a mujeres jóvenes saliendo de allí. Lee las observaba desde fuera, una actividad que ni siquiera Kim Il-Sung conocía. Hasta que estalló el escándalo de los hijos secretos. Pero nadie en Corea del Norte conocía este escándalo, ni siquiera una gran parte de los miembros del Partido de los Trabajadores. Lee veía cada seis meses pasar a mujeres nuevas de unos 20 años que fueron llamadas a estar al lado de Kim.

 En 1989 dejó de trabajar como vigilante de Kim Jong-Il siendo relegado por otro miembro de su partido. Regresó a Musan para estar laborando como un militar destacado en la zona. A partir de entonces, es cuando empieza a tener curiosidad más allá de la frontera, sobre todo, por las luces de colores que brillaban cruzando el río Tumen. Pero no dio el paso hasta que no transcurrieron cinco años. Fue en el día nacional de China, el 1 de octubre de 1994, cuando cruzó la frontera por la noche con el objetivo de volver la madrugada del día siguiente. Estuvo observando las luces y la ciudad durante varias horas y encontró notables diferencias.

 Cuando se preparaba para cruzar el río, se dio cuenta que la zona fronteriza estaba demasiado controlada. Al temer que podía ser acusado por salir ilegalmente del país, se estableció en el noroeste de China sobreviviendo a base de enseñar artes marciales y tiro. Tras varias semanas, se dirigió hasta Beijing donde conoció a un miembro de inteligencia surcoreana que prometió llevarle hasta Corea del Sur y fue obligado a rellenar en un documento toda su opinión sobre el régimen y la familia Kim.

 “Al creer en aquel hombre, fui sincero. En ese documento escribí todo lo que yo había experimentado como vigilante de Kim Jong-Il detallando todo sobre la realidad de la élite política de Corea del Norte...fui muy crítico. Dije básicamente que eran unos dictadores. Aquel hijo de puta vio el papel y se fue a la embajada norcoreana en Beijing. Sí, como lo oyes. Le pagaron 250.000 dólares americanos y me vendió. Fui capturado por las autoridades chinas. Me anestesiaron, amarraron con vendas y me llevaron en avión hasta el aeropuerto de Sun-an...el de Pyongyang. Me acuerdo perfectamente de la fecha, fue el día 4 de diciembre de 1994...” 

 Después de su llegada a Pyongyang, el 8 de diciembre de 1994, estuvo encarcelado durante seis meses en una prisión administrado por el Departamento de Seguridad del Estado. Le raparon la cabeza y fue sometido a torturas físicas y emocionales a diario.

 Un jurado militar le condenó a diez años de trabajos forzados en el campo de concentración de Yodok por, según el artículo 46 y 47 de la Ley de Seguridad de la República Democrática Popular de Corea, traicionar a la patria. Lee no entró en Yodok hasta el día 25 de abril de 1995.

 Su familia política no fue condenada porque creían que ellos seguían siendo fieles al Juche y al líder, y porque seguían trabajando en cargos importantes. Su suegra era una de las cocineras de Kim Il-Sung y su suegro el secretario general del partido en la provincia de Yanggang.

 Cuando los funcionarios de Yodok abrieron la puerta principal hecha de madera, Lee pudo ver a adultos y jóvenes de cuerpos flacos que anteriormente eran miembros del Partido de los Trabajadores que fueron capturados en China y deportados a Corea del Norte. Todos cumplían la misma condena por haber criticado al régimen. Según Lee, los muros medían exactamente 220 centímetros de altura con alambres metálicos punzantes y electrizados en la parte superior. La puerta de entrada al campo de concentración se abría diariamente en dos ocasiones, cuando salían y entraban para cumplir con su trabajo de campo regular. 

 Durante los meses cálidos, primavera y verano, la jornada empezaba a las siete y media de la mañana, mientras que, en los meses fríos, su trabajo comenzaba a las ocho. “Aunque se decía que el horario de trabajo finalizaba a las seis, la jornada acababa mucho más tarde. Era normal trabajar hasta 14 horas diarias”, dice Lee. El reparto de comida era solamente para los más enteros. Un poco de puré de maíz mezclado con cáscaras y hojas de rábano seco. Tres veces al día.

 Cada preso tenía que cumplir un objetivo en la huerta, mil metros cuadrado cada día. El que no finalizaba la tarea se le castigaba quitándole la mitad del puré. La otra mitad se repartía entre aquellos que sí consiguieron cumplir con su trabajo.

 El hambre hacía que surgiera el instinto de supervivencia del ser humano ya que, durante la hora de la comida, era frecuente que se robaran alimentos. La gente joven, que podía correr más, eran los que cogían el plato del otro y salían fuera para metérselo en la boca y tragarlo rápidamente.

 “Los que tenían más edad eran las víctimas perfectas. Al no poder comer nada, se les salía la barriga por la desnutrición y sus encías desaparecían haciendo caer muy pronto sus dientes. Y estos jóvenes que robaban para engañar el hambre siempre recibían palizas por parte de los funcionarios con palos de madera. Pero al día siguiente, seguían robando comida. Una y otra vez”. La falta de comida provocaba que se le cayeran los dientes, de tal manera que sólo les quedaban los molares. Por eso Lee, al perder todos sus incisivos y caninos, comenzó a utilizar prótesis dentales cuando llegó a Corea del Sur.

Mapa de Kwalliso Yodok (número 15) hecha por Lee

 El Kwalliso Yodok era un complejo cuadrado y recto. A la izquierda de la puerta principal, al entrar, estaba la zona de guardia. Los que estaban solos, eran encerrados en la celda número uno, dos y tres. Como era el caso de Lee. Mientras que los demás cuartos eran para los que estaban en colectivo.
En la parte superior de cada celda tenía un pequeño agujero que servía como una ventana. Los que estaban en las celdas de la uno a la cinco veían por esas ventanas el llamado salón de propaganda. Ese lugar servía para humillar en público a los recién llegados o para fusilar a los presos que había ordenado alguien superior. En la parte contraria a la puerta principal estaba la sala de interrogación que se utilizaba como un sitio de discusión entre los funcionarios y los presos. A su lado estaba el almacén de las herramientas donde los presos cogían los utensilios de uso agrícola para salir posteriormente al campo. Lee acaba la explicación dibujando la cocina y el almacén de cocina que están justo al lado del cuarto de guardia. 

 Cuatro años y seis meses después, en octubre de 1999, es cuando se le ordena la salida de aquel campo. Cinco años y medio antes de lo esperado. “Porque he hecho las cosas bien. ¿Qué significa eso? Si en tu pasado eras fiel al régimen norcoreano y tu labor en los Kwalliso ha sido satisfactoria, suelen sacarte de ahí antes de lo que piensas. Por ejemplo, en una tierra que me tocó que era una hectárea aproximadamente, se podía cultivar dos toneladas de maíz. Pues yo conseguí seis. Además, mis antepasados lucharon en la Guerra de Corea en el bando comunista y ese historial se valora mucho. Los que no tienen un pasado heroico o que no tenga relación alguna con el Partido de los Trabajadores, sintiéndolo mucho, son condenados en Yodok u otros sitios hasta que se mueran”.

 Era innegable la perpetuidad de torturas físicas en Yodok. Lee vio como cinco funcionarios sujetaban de cabeza a los pies a un hombre e introducía por la nariz una jarra metálica lleno de agua fría en pleno mes de diciembre. Vio cómo se le saltaban las lágrimas y cómo expulsaba heces, poco después su barriga se le hinchaba hasta que de repente dejó de respirar. Lee, al observar eso, sintió pánico, temblaba. “Es algo fuera de lo común, es demasiado cruel.”

 Al salir de Yodok, Lee era un hombre totalmente cambiado, etiquetado de por vida como traidor por el régimen norcoreano, apenas podía andar sin que se le cayera el pelo, había partes de su cuerpo que ya no funcionaban. Escuchaba sólo el cincuenta por ciento de su oído izquierdo porque se le reventó el tímpano. Tenía heridas en las piernas por el apaleamiento físico que recibió ahí.

Heridas en las piernas de Lee por el apaleamiento que recibió durante

su permanencia en el campo de concentración Yodok

 Los habitantes que vivían cerca de Yodok sabían cómo era el perfil físico de una persona que acababa de salir de un Kwalliso y evitaban estar cerca de los antiguos presos que tenían ese expediente. Lee tampoco era la excepción. Lee se separó de su mujer cuando decidió irse a China, dónde, cinco meses después estuvo trabajando como ganadero teniendo a su cargo a unas 1.500 vacas.

 Ocho meses después de estar en China, el hermano menor de su jefe le propuso escapar de China para llegar a Corea del Sur en un barco de pesca hasta la isla de Hong-do, situada cerca de la provincia sur de Jeolla. “En aquel entonces, no había intermediarios que hay ahora. Era eso o nada”. El viaje en barco desde un puerto situado al noreste de China tardó unas 36 horas. Pero no llegó al destino por falta de combustible así que Lee tuvo que ir a nado cuatro kilómetros hasta que fue descubierto por la Guardia Costera de Corea del Sur.

 Se estableció en Daejeon trabajando como oficial durante tres años. Después se dirigió a Incheon, montando una pequeña empresa de nutrición con 36 empleados hasta que fue estafado por un supuesto experto en acciones y perdió todos sus ahorros. “A partir de ese momento, decidí centrarme en los derechos humanos en Corea del Sur. Al ser de los pocos hombres que estuvieron en un Kwalliso, tuve la oportunidad de dar discursos en Holanda, Polonia, Reino Unido, Estados Unidos y Japón criticando duramente al régimen”. Por esto, recibió bastantes amenazas anónimas.

 Fue en 2004 cuando fue secuestrado por unos encapuchados en plena calle. Temió por su vida, pero, pronto consiguió escaparse y denunciar los hechos. Aunque tardó nueve años en encontrar a los responsables, miembros de la policía surcoreana alegaron que no tenían pruebas de aquel incidente. Además, los hechos prescribieron porque ya habían pasado siete años desde el secuestro.

 Todo esto hizo que se retirara durante siete años dejando todas sus pertenencias en Seúl para ir al este de Corea de Sur, en la pequeña ciudad de Cholwon, situado en la provincia de Gangwon trabajando como ganadero por segunda vez. Quería ser un hombre olvidado. Que nadie se acordara de su nombre y de su pasado. Pero de vez pensaba en si algún día podría volver a Musan.

 “Pero como te dije, siete años después, volví a Seúl. Parece que, con mi pasado, luchar por los derechos humanos es la mejor manera de mostrar al mundo que el régimen norcoreano debe caer. Tengo temores por supuesto que sí. Pero tengo que levantarme por mí mismo porque en este mundo nadie te va a ayudar…”

 Sus dos hijos no viven con él, están lejos, porque piensa que así estarán más protegidos. La prueba de su temor diario está en la puerta principal de su apartamento, dónde hay cinco cerraduras. Todas las noches, antes de irse a la cama, comprueba si están cerradas todas. Dice que algunas veces oye golpes en su puerta. Pero no hace mucho caso. “Puede que sea fruto de mi temor. No le doy mucha importancia, aunque pienso frecuentemente que estoy siendo vigilado por personas que no conozco…”.

15 sept 2018

Las piernas exhaustas


 Desde hace años, hemos sido testigos de las marchas importantes que organizaba el régimen norcoreano durante los días más importantes en la Plaza de Kim Il-Sung viendo a los militares y civiles en sus 415 metros de largo (por la fecha de nacimiento del "Presidente Eterno", 15 de abril) emitiendo la mejor sonrisa al público y a la prensa de todo el mundo con el intento de mostrar que en su lugar hermético (sobre todo en Pyongyang) todo funciona con absoluta normalidad. Los días de nacimiento de estos tres líderes norcoreanos y los días de la muerte de los dos últimos, el Eterno y el último de hace seis años, son días para emocionarse o de soltar algunas lágrimas, con gritos para mostrar su lealtad al Partido de los Trabajadores.

 Quizá la novedad de este año haya sido la no exposición de los misiles de largo alcance durante la celebración de 70 aniversario de la fundación de la República Democrática Popular de Corea. Y los medios se han enfocado en ese aspecto analizándolo como un resultado visible a la intención de acercar posturas por parte del régimen con Corea del Sur y Estados Unidos. Pero dicha observación puede caer en la trampa de lo superfluo ya que la promesa de suprimir las armas nucleares sigue sin cumplirse e invitar a los observadores internacionales, especialmente de la Organización Internacional de la Energía Atómica, al territorio norcoreano sigue en pie. Y puede ser que, para los que defendemos la estabilidad en aquella zona peninsular, el desfile de los tanques, como ven en la imagen superior, no invite especialmente al optimismo.

 Durante los años de investigación que he realizado sobre el aspecto de derechos humanos en Corea del Norte, entrevistando a los refugiados norcoreanos, me ha llamado la atención los que forman parte de los desfiles. Desde niños a adultos, que tienen que salir mirando hacia Kim Jong-un con una exactitud que roza lo obsesivo, detrás de la fuerza que transmiten levantándose las piernas, existen meses de ensayo y posteriormente, dolores en todo el cuerpo cuando el gran telón acaba de caer. Sin rechistar que están exhaustos. Minutos después de la función, habrán preguntado si el teatro ha acabado. En el caso de confirmase el desenlace, tocará volver a sus hogares, asumiendo que su propio régimen les ignorará sus peticiones más necesarias. Hasta que llamen para la siguiente función con el fin de recorrer esos 415 metros. Con una amplia sonrisa. Sin nada a cambio. Porque ellos aman su país y no hay nada que envidiar al exterior.

 PD: Este artículo de la BBC nos puede adentrar como son los preparativos para los desfiles militares en Corea del Norte. 

6 sept 2018

Otras similitudes con algunas diferencias

La Asamblea cubana

  A finales del mes de julio, Cuba dio un paso importante. A parte de considerar el hecho de abrazar la propiedad privada, una de las modificaciones más destacadas ha sido eliminar la palabra "comunismo" en el borrador de su nueva Constitución dejando al camino del desuso, los artículos de la Constitución vigente de 1976. Los que forman parte de la Asamblea alegaban que el contexto social de Cuba en los años 70 y la actual hay una gran diferencia y que es una forma de adaptarse a nuevos tiempos. Sobre todo, cuando las inversiones extranjeras empiezan a asentarse en el territorio cubano durante estos últimos años y que la autosuficiencia está siendo desplazado a un lado para dar la bienvenida tímidamente al capitalismo. 


 Mientras tanto, en el caso de Corea del Norte, el uso de la palabra "comunismo" ha sido realmente tumultuoso sin valorar, por su parte, la importancia que puede tener dicho término en la aplicación de la ideología en la sociedad. Sin embargo, esa consideración ya fue reducida por parte del Kim Jong-Il en octubre de 2002 ordenando a los medios oficiales del país que no se mencionara la palabra "comunismo". Siete años después, en la Constitución de Corea del Norte de 2009, se eliminó por completo y un año después, en el reglamento del Partido de los Trabajadores, la sustitución de dicho término ha sido "ideario militar" para dar importancia al soporte combatiente que tantas veces vemos en los medios de comunicación occidental. 

 Sin embargo, después de la muerte de Kim Jong-Il, su hijo, ya en el poder, sigue el ejemplo de su abuelo y no del padre para añadir la palabra "comunismo". Pero desde su ascenso al poder, ha tardado casi cuatro años en ponerlo en práctica apareciendo tres veces en los meses de marzo y abril del 2016 dicha palabra. Es interesante el juego de quita y pon de un término que ha caracterizado la base ideológica de estos dos países. En el caso de Cuba, la intención se ve claramente en extender la mano a la inversión capitalista mientras que, en el caso norcoreano, es un asunto interno que crea confusión incluso a los miembros de su partido. Muy probablemente, los ciudadanos no podrían saber la dialéctica que se genera ya que, para ellos, los problemas más graves están en sobrevivir a diario sin la ayuda del Estado que sigue ignorando las peticiones de su pueblo. 

4 jul 2018

Las similitudes

 ETA anunciando su disolución el día 8 de mayo de 2018

La reunión histórica entre Kim Jong-eun y Donald Trump el día 12 de junio en Singapur

 Sin duda, estas dos imágenes han sido la demostración de unos hechos históricos de un año que todavía no ha acabado y que podría ser, para muchos, el comienzo que anuncia la serenidad que tanto añora la comunidad internacional. En el caso de la organización terrorista que intentó obtener la independencia de Euskadi a raíz del uso de la violencia pero que el resultado ha sido todo lo contrario siendo sus promotores, encarcelados por sus actos, y fueron derrotados por una sociedad que creyeron en la paz. Además, tienen a más de 800 civiles que fueron víctimas mortales cuyos familiares tienen que vivir el resto de sus vidas con el dolor más profundo en el interior de sus almas por la pérdida de sus seres queridos que algún día compartieron la cercanía y la complicidad en sus vidas cotidianas. 

 Mientras que, en la segunda imagen, dos hombres de ideas demasiado opuestas se reunieron por primera vez en un tercer país con el fin de avanzar el proceso de la desnuclearización en Corea del Norte que aún tenemos que observar por parte de los estudiosos de la temática si la promesa se va a cumplir de manera definitiva ya que el cambio de opinión por parte del régimen norcoreano ha sido indisciplinado. El Partido de los Trabajadores aún controla, con mano de hierro, su población restringiendo los derechos básicos del hombre y con el sistema songbun la igualdad sigue siendo un asunto lejano y que castiga a más de la mitad de población del país. Mientras que, el país más poderoso del mundo empieza a utilizar la herramienta de la exclusión hacia los inmigrantes tachándolos con atributos despectivos sin hechos comprobados. 

 La similitud que presenta en estas dos imágenes es la falta de perdón. La organización terrorista de origen vasco se ha disuelto, pero quizá tarde demasiado tiempo en pedir perdón a las víctimas y que el daño que ha causado, si no adelanta el acto de la clemencia, pueda ser irreversible en los familiares que siguen esperando esas disculpas más sinceras por parte de ellos en su totalidad. El régimen norcoreano quizá avance para tratar de eliminar la posesión de sus armas nucleares a cambio del mantenimiento de su sistema y que muy seguramente no pedirá perdón a sus propios ciudadanos por sus actos. Y Estados Unidos también tendrá su inmensa dificultad de pedir perdón por sus actos cuyo historial nos lleva a décadas antes del panorama actual. Quizá estas noticias sean históricas, pero nosotros seguiremos siendo unos actores sociales secundarios. A la espera de que alguien nos traiga una noticia de la indulgencia verdadera. 

 PD: Muchos han comentado la dureza del libro "La marcha infinita". Quería pedir perdón por el contenido. Sin embargo, mi intención ha sido contar tal cual como ha pasado en Corea del Norte hace dos décadas y que el régimen norcoreano aún no ha pedido perdón por este hecho que acabó en una tragedia ahí.