22 nov 2015

¿Estrago o conservación?


 Parece que pueden notar ustedes mi gusto de repetir el caso de Rumanía durante la época de Ceaucescu. Pero esta vez no trato de criticar su personalidad que por una parte sus decisiones estaban, en su mayor parte, instruidas por su mujer Elena. Sino de tratar de comparar como toman las decisiones en Asia y Europa respecto a cicatrización del dolor pretérito con el estrago o la conservación de los edificios que sirvieron durante muchos años como escenario de atrocidades que muchos de nuestros antepasados quieren borrar de sus memorias personales. Por ejemplo, el Palacio del Parlamento Rumano es un grotesco edificio que se construyó a base del sufrimiento de los ciudadanos de aquel país europeo. Se barajó demoler para olvidar del pasado en 1990, justo después de la muerte de los Ceaucescu pero dicho sitio aún estaba en construcción que prontamente cambiaron de idea siendo, en la actualidad, el Parlamento, el Senado o el Museo del Parque del Totalitarismo y Realismo Socialista entre otros aspectos.

 En Corea del Sur, la invasión japonesa durante 35 años es un recuerdo que todavía sigue causando suplicio entre la población y la prueba de ellos era el edificio gubernamental de Corea que estaba bajo el colonialismo japonés. Dicho edificio se había construido enfrente del Palacio de Gyeongbok-gung como símbolo de imposición de su poderío en la sociedad coreana. Después de la rendición de Japón y la retirada de la península de Corea, se barajó en hacerlo desparecer de manera inmediata. Pero este edificio no se había demolido hasta el año 1995 celebrando el 50 aniversario de la independencia obtenida por la capitulación de Japón. Lo que trato de explicar es como es el funcionamiento en continentes diversos para olvidar del dolor. Uno ha optado en mantenerlo mientras otros en eliminar por completo.

 Entonces, ¿que pasará con los edificios gubernamentales cuando las dos Coreas se reúnan o cuando el régimen norcoreano sufra un colapso en algún momento de nuestras vidas? En Corea del Norte hay más de treinta mil estatuas de bronce de altura que alcanza las varias decenas de metro de altura. Pero también habrán pensado en derruir hasta que queden cenizas o cambiar el Palacio de Kumsusan (ver imagen superior) en un museo para recordar las atrocidades del régimen norcoreano que causó durante décadas sobre su población civil. Unos refugiados norcoreanos han opinado que se podrían eliminar un 90% de aquellas estatuas y conservar unas pocas como prueba fundamental de la memoria histórica. Otros piensan que olvidar la personalidad de Kim Il-Sung no será una tarea fácil y que llevará algunos años para saber que aquel líder sólo era un hombre que destacaba por tener una gran ambición en el poder. Este tipo de debate no se puede dar el fin a corto plazo sino que sería algo infinito dando como herencia a nuestra futura generación el recuerdo del dolor nuestro y de los que ya se habían ido. 

15 nov 2015

Los verdaderos datos se cuentan después


 Cuando nuestros representantes inauguran un edificio público o se comprometen llevar a cabo un proyecto que implica a los residentes con el fin de mejorar las instalaciones de una determinada comunidad, durante los primeros años, damos la bienvenida con entusiasmo. Hasta que llega el momento donde descubrimos que cantidad de dinero se ha invertido en realidad y si ha existido la implicación de alguna perversión política que fácilmente incluye maletines llenos de billetes de dudosa procedencia. Casi en todos estos proyectos a nivel público, estén donde estén, este tipo de corruptela es concurrente. Pero cuando hablamos sobre Corea del Norte, el caso tiene sus pequeñas diferencias ya que es el propio régimen quien se anima a fomentar la deshonestidad obligando la aprobación de sus habitantes a base de coacciones ya tanto se han acostumbrado.

 Ya ha pasado casi un poco más de un mes desde que se celebró el 70 aniversario de la fundación del Partido de los Trabajadores. Y es a partir de ahora cuando descubrimos el número aproximado del gasto que se ha realizado para este evento: 2.000 millones de dólares americanos. A parte de que se ha parado por este motivo de celebración, el funcionamiento de todas las bases (de lo pocos que quedan) industriales que hay en Pyongyang y en algunas ciudades del país (Hamhung puede ser perfectamente uno de ellos). Además, el parón que se ha registrado por parte de los trabajadores para preparar el evento tuvo un impacto económico negativo por seguir la corriente de un régimen que utilizaba la misma estrategia para limpiar la imagen de su país. A raíz de esto, la decepción hacia la élite política del país ha crecido aún más entre la población norcoreana que siguen quejando discretamente.

 Otros quejidos también venían por parte de los militares y estudiantes que durante este verano entrenaban día y noche el desfile que solíamos ver por los medios de comunicación. Pedían descanso al padecer deterioro a nivel físico y psicológico pero los dirigentes hicieron caso omiso a sus peticiones que las víctimas empezaron a surgir entre los participantes. El estilo de caminar durante el desfile, alzar las piernas hasta unos 90 grados de forma incansable los 415 metros que mide la plaza ha generado artritis y pleuresía que parte de los miembros ha tenido que ser sustituidos a última hora. Los habitantes preguntan: ¿si con la cantidad de 100 millones de dólares es capaz de alimentar a toda Corea del Norte durante un año, porque malgastan 2.000 millones de dólares en solo un día que rara veces recordamos? En todas las historias de la incongruencia institucional, los verdaderos datos se cuentan después. Aunque ellos traten de disimular, las verdades suelen salir más rápido a la luz de lo que ellos piensan. Este caso no iba a ser menos. 

2 nov 2015

El testigo que vio aquel movimiento


 Algo pasaba en Europa Oriental durante los años finales de los 80. Poco a poco, los ciudadanos de estos países se levantaban contra la dictadura que subyugaba durante varias décadas de la Guerra Fría. Pero especialmente un acontecimiento que dejó conmoción a la comunidad internacional fue la ejecución televisada (por un medio francés) de Nicolae Ceaucescu y Elena Ceaucescu, una hora y media después del juicio realizado por los militares rumanos. La fotografía de estos cuerpos sin vida de los Ceaucescu inmediatamente dio la vuelta al mundo. Durante aquel entonces, casi la inmensa mayoría del pueblo rumano celebró esta desaparición pensando que el comunismo había acabado y que la democracia iba a ser una realidad a corto plazo.

 La noticia de la muerte repentina de los Ceaucescu también llegó a Corea del Norte. Durante los finales de los años 80, Kim Jong-Il era virtualmente el que gobernaba el territorio norcoreano debido a la vejez de su padre y ya ocupaba cargos relevantes sustituyendo a Kim Il-Sung. Horas después de ver la noticia sobre la ejecución en Rumanía, Kim Jong-Il ordenó a sus funcionarios que estaban en el exterior el vídeo que contenían dichas imágenes en cuestión de horas. Según el testimonio de Kenji Fujimoto, conocido como el cocinero de los Kim, cuando observó la muerte de los Ceaucescu, repentinamente, su rostro se puso pálido y empezó a temblar diciendo lo siguiente: "Nosotros también acabaremos como Nicolae y Elena como no atrapemos y matemos a los que están en contra de nuestras decisiones en Corea del Norte". 

 Puede que Kim Jong-Il haya encontrado semejanzas, al ver el vídeo, en su suntuosa vida haciendo caso omiso a las peticiones del pueblo suyo. Y que las consecuencias no podían ser buenas para él y su entorno en el caso de que ocurriera una sublevación contra el régimen norcoreano. Entonces Fujimoto dijo que durante los años siguientes, desde que murió los Ceaucescu, las desapariciones de varios miembros dentro de la élite política del país ocurrió de una forma tan despiadada que muchos preferían prometer su lealtad de manera íntegra al nuevo líder para poder sobrevivir de la purga. Y todo esto para paliar la inseguridad de un hombre que ansiaba estar en lo más alto del poder emulando la personalidad de su padre, algo que nunca pudo conseguirlo hasta el día de su muerte.

Kenji Fujimoto, el cocinero personal y testigo de los Kim