La historia reciente de escape de aquellas personas que despidieron a sus familiares durante los años noventa tuvo en mente, al principio de los tiempos, a China para abrazar la supervivencia. Tristemente se dividieron en dos grupos. Los que fueron deportados a Corea del Norte y los que desaparecieron en el territorio rojo siendo víctimas de matrimonio forzado por ciudadanos chinos. Mientras que los supervivientes, que gracias a ellos sabemos más la realidad cotidiana norcoreana, descubrieron la existencia de una tercera vía: Corea del Sur. Pero antes de pisar el suelo surcoreano, muchos tuvieron que averiguar a que países dirigir para adentrar posteriormente a las embajadas y consulados surcoreanos, ya que una travesía directa a Seúl desde China solamente se ha realizado en muy pocas ocasiones por su gran inseguridad.
Hasta ahora, Mongolia o Tailandia eran las opciones menos arriesgadas que Vietnam o Camboya. Encontrarse con un militar de origen mongol o llegar a Bangkok suponía la salvación a medias ya que luego se tenía que esperar la aprobación de los funcionarios de los consulados surcoreanos establecidos ahí. Entonces la policía china tomó medidas como intensificar el control en esas dos zonas fronterizas con el fin de detener el avance de aquellos que llevaban semanas desplazando por China. A pesar de que el régimen chino se sentía incómodo (incluso frustrado) con las travesuras de los altos cargos del Partido de los Trabajadores, restringir a los desplazados norcoreanos en su territorio seguía en pie.
Hubo un caso de un joven norcoreano que representaba a su país en las Olimpiadas de Matemáticas en Hong Kong hace algunos años. Pero su intención real fue pedir amparo en el consulado de Corea del Sur ahí para que le llevaran a Seúl. Los funcionarios tenían que realizar dicha acción con astucia ya que no podía llevar a ese joven en un vuelo directo desde Hong Kong a Corea del Sur o hacer escala en Taipei porque ambos países están bajo control de China. Así que la solución ha sido coger un vuelo con escala en Tokio para luego aterrizar en el aeropuerto de Incheon. Esto explica que, poco a poco, los nuevos destinos dan paso para garantizar parcialmente la estabilidad de aquellos que luchan por su libertad y esos sitios se llaman Hong Kong o Singapur.