Desde que el sistema de mercado se abrió en Corea del Norte después de la hambruna, las mujeres fueron quienes se arrimaban el hombre para sacar adelante a sus familias. Pero dicha práctica se extendió tanto que se convirtió en algo seriamente competitiva. Ya se negocian en distintos puntos del país tener un espacio propio para obtener beneficios económicos por vía rápida. A principio de este siglo aún se aceptaban el won norcoreano pero la estrategia del régimen de reformar sus sistema monetario ahogó más a aquellos trabajadores ya que el resultado que daba era totalmente desastroso y la élite política no hacía nada más que lavarse las manos.
Cuando produjo la última reforma monetaria en 2009, parecía venir una segunda parte de la pesadilla de los mediados de los años noventa. Muchos han tenido que tirar los billetes antiguos al no ser compatibles con las nuevas. Entonces pensaron: ¿como puedo tener ingresos? Empezando a aceptar yuanes chinos, yenes japoneses o dólares americanos. ¿Es posible eso en Corea del Norte? No de forma visible pero sí. Llega un momento donde los habitantes ya empiezan a desoír las advertencias repetitivas y tediosas del régimen y el flujo de monedas extranjeras parece mucho más activo que nunca. Y actualmente, no solamente en la capital, esos billetes circulan de una manera sorprendente.
Si se intenta comprar algún producto con un billete de won norcoreano "actualizado", casi todos los comerciantes la rechazarían. Es interesante ver como los ciudadanos de un país utilice monedas extranjeras de países que son "enemigos" para garantizar la supervivencia. Pero los miembros del Partido de los Trabajadores han tomado acción y aunque trate de restringir cortando dicho flujo, la entrada del capitalismo invisible en el país ya es una opción aceptada entre los conocedores del pequeño comercio. Y parece que el retrato de Kim Il-Sung sonriendo en esos billetes formaría parte de la historia dentro de algunas décadas.