En una escuela norcoreana, muchos profesores enseñan a sus alumnos con el estómago vacío. Pero también son los propios alumnos que caminan despacio por los pasillos de la escuela para intentar no gastar mucha energía. En esta escuela, más de la mitad de los alumnos sufren desnutrición leve. Con fideos preparados por el mediodía y con sopa de verduras por la cena aguantan el día entero. De estos alumnos, sólo el 30% comen arroz de maíz ya que sus padres tienen algo más de ingreso económico con la venta ambulante en los mercados trabajando durante horas interminables. Y el 10% de estos alumnos ya proceden de familias más estables que consiguen comer tres veces al día.
Los/as maestros/as tampoco libran del hambre. La mayoría de los profesores no comen lo suficientemente durante el día y cuando es por la noche llegan a sus casas y vacían un plato de fideos recién preparado. Traer comida preparada a la escuela es todo un lujo para los alumnos y para los docentes. Muchos profesores también ingieren arroz de maíz en vez de arroz del trigo por su precio asequible. Incluso hay casos donde los profesores piden a sus alumnos pudientes para que les inviten a sus casas sólo para comer. Pero este acto se ha expandido tanto que los padres de estos alumnos empezaron a perder el respeto hacia los enseñantes.
Algunos profesores han preparado otras alternativas para evitar el hambre: vendiendo alcohol a escondidas. Después de su trabajo de docente, el/la profesor/a empieza a recorrer por toda la ciudad en busca de un cliente capaz de comprar sus productos. El sueldo del docente es tan miserable que la mujer de un profesor empezó a trabajar para que su familia no se desaparezca por culpa del hambre. Mientras su esposo enseña a sus alumnos, la mujer está sentada en un rincón del mercado vendiendo tortitas dulces de arroz.
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