3 abr 2011

El mercado (Parte 2: Una historia)


 Hay miles de historias particulares en los mercados. Cada día pasan miles de cosas: robos, gritos, persecuciones, vigilancias, descansos, miradas perdidas y lloros. Pero lo que más se produce ahora, de manera preocupante en estos mercados, es la grave discriminación por edad. Una señora de 50 años ha contado su propia experiencia:
 -"Cuando los vigilantes del régimen me vieron vendiendo cigarrillos y panes, empezaron a pegarme sin razón alguna y llevó todas las mercancías que tenía. Yo lloré y supliqué a vigilantes que parecían tener la edad de mi hijo para que me dieran, aunque sea, sólo la mitad. Pero no me hicieron caso y me echaron a patadas porque decían que yo era muy ruidosa. Esto sucedía cada día. Para mí, esto era la única forma de sobrevivir. Pero lo extraño era que a las otras mujeres, mucho más jóvenes que yo, dejaban vender sus mercancías y no a una vieja como yo. Lo supe más tarde que esas jóvenes mujeres  daban una cantidad de "propina" a estos vigilantes y podían hacer sus negocios. Aquí, la persona que pagaba y era guapa y joven, trabajaba". 

 Además de la discriminación por edad, el soborno es una actividad constante en casi todos los mercados norcoreanos. Las personas que tratan de ganarse la vida son discriminadas por su estatus social o por su edad por unos jóvenes alborotadores "educados" inútilmente por el régimen. Es muy preocupante el aumento de estos jóvenes sin ética y sin conocimiento y cada día el abuso excesivo hacia la gente más débil (especialmente a la gente de más edad) incrementa. Las personas trabajadores, esperanzadas de una posible mejoría en sus vidas con esta actividad, se levantan con el pánico. 

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