A las afueras de los mercados principales del país, existen grupos pequeños de personas que venden todo tipo de cosas y que intentan sobrevivir día a día con el beneficio que da los clientes ocasionales. Estos grupos de vendedores tienen restringidos la entrada al recinto de los mercados porque son marginados constantemente y son los llamados "invisibles" de la sociedad norcoreana. Nadie les da apoyo, nadie les dice: "¿que tal le ha ido las ventas de hoy?", nadie les sonríe, nadie les mira.
Estos grupos están compuestos por adultos de edad muy avanzada, en ocasiones apoyados por sus hijos o por sus nietos, que se sientan en un rincón del barro e intentan vender, por ejemplo, galletas heladas caseras, arroz dulce inflado o galletas saladas. Entre ellos se turnan. Las primeras cuatro horas la mujer, los siguientes cuatro horas el hombre, las otras cuatro horas sus nietos y las últimas cuatro horas sus hijos. Aguantan el agotador ritmo con un bol de arroz entre toda la familia. Si se ha vendido suficientes galletas o arroces inflados puede permitirse un refresco o un plato de arroz en un restaurante cercano.
Estos grupos aguantan el calor y el frío. Aunque llueva o nieva, ellos siguen en aquel mismo sitio. Una familia entera se sienta y grita: "¿Señor, un arroz inflado? Está muy dulce", "Señora, que elegante va hoy, ¿quiere una galleta helada de sabor melón? ¡Hoy hace mucho calor!"...Y de vez en cuando, miran el interior del recinto y se murmuran con estar dentro en pocos años.
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