Hasta ahora, la Agencia Internacional de Energía Atómica tenía un quebradero de cabeza ya que su función principal era moderar la tensión que existía entre los países poseedores de los armamentos nucleares enfocando principalmente en la Unión Soviética y Estados Unidos durante la Guerra Fría. Esa función ha sido recompensada, de alguna manera, con el Nobel de la Paz en 2005 junto a su antiguo secretario general El Baradei. Pero, algunas veces, ha sido centro de críticas por su escaso uso de intervención en caso de catástrofes nucleares natural como el Chernobíl o Fukushima que ha costado daños materiales y humanos cuya magnitud se desconoce por su gravedad.
Parecía que con el fin de la fricción (porque una de ellas ha desaparecido) el debate del uso de la energía nuclear iba a ser más pacífica y próspera dentro de la comunidad internacional. Y entonces, es cuando aparece un pequeño travieso que se llama Corea del Norte con una actitud provocativa a todos nosotros diciendo que ellos harán pruebas nucleares sin la supervisión adecuada por parte de la Agencia. Ustedes ya han visto por los medios las cantidades puntales pero innumerables noticias relacionadas con ella. Sin mencionar las desafiantes pero solitarias marchas militares y lanzamientos de cohetes sin pensar, por parte del régimen, las vidas que podían haber sobrevivido con algo de lógica en sus decisiones.
Entonces, la paciencia ya ha terminado en Viena, donde se celebró hace diez días, entre los 168 países miembros que pidieron, por unanimidad (repito, unanimidad), al régimen norcoreano a abandonar todo tipo de programas nucleares y la fabricación de dichas armas. Y que se considerará la eliminación de Corea del Norte de la lista de países poseedores de armas nucleares. Después de cinco intentos "amables" promovidos por la Agencia. Después de que el régimen se pusiera de acuerdo en 2005 un alejamiento parcial de las pruebas nucleares en una reunión entre los seis países (Corea del Sur, Corea del Norte, Japón, China, Rusia y Estados Unidos). Una promesa fue, finalmente, al traste y la tensión sigue en pie. Hasta ahora. Sin ver una solución alguna. Mientras una familia corriente norcoreana cruzará el río Tumen, en estos momentos, para evitar una desgracia.