En Japón está pasando algo curioso. Shinzo Abe, aquel hombre que lleva el segundo mandato desde diciembre de 2012, después de un año de breve mandato entre 2006 y 2007, se está permaneciendo en el poder que este año se cumplirá casi los 7 años. Una "hazaña" que no ocurre desde el mandato de Koizumi (aquel hombre que consiguió estar de primer ministro más de cinco años) y que Yasuo Fukuda, Taro Aso, Yukio Hatoyama, Naoto Kan y Yoshihiko Noda no consiguió estar en el poder más de un año. La opinión pública japonesa cree que la popularidad actual de Abe se debe a su estrategia de rigidez ante los caprichos del régimen norcoreano durante los tres mandatos de Koizumi. Especialmente, no ceder ante el chantaje de Corea del Norte relacionado con el secuestro orquestado de los ciudadanos japoneses por parte de la élite norcoreana desde los años 80. Con ello, ha conseguido que Tokio fuera la sede de los Juegos Olímpicos el año que viene y realizar una fórmula para sacar a su país después de décadas de estancamiento económico, el "Abenomics".
La práctica del secuestro de los ciudadanos japoneses por parte del régimen ocurrió desde 1980 con el fin de atacar Corea del Sur ante una enemistad demasiado visible entre ambas Coreas durante la Guerra Fría. Hasta en 2002, después de la cumbre de Japón y Corea del Norte, el régimen no admitía estos secuestros. Su estrategia era tan cuidada que incluso convenció a los militantes de partidos de la izquierda de Japón para que negaran esos antecedentes. El cambio de idea sobre reconocer dichos actos tenía relación con recibir cantidades considerables de dinero. Sin embargo, los japoneses no entendían como podía el régimen negar durante más de dos décadas lo sucedido. Además, otro aspecto que hizo enfadarles fue cuando el gobierno japonés pidió oficialmente las cenizas de Megumi Yokota (el régimen norcoreano afirmó que estaba muerta), y cuando lo entregó, al hacer la prueba de ADN, era de un ciudadano de origen norcoreano.
Otro acto que no podía entender los japoneses, durante la reunión del 2002, era que el régimen norcoreano hizo que cinco ciudadanos secuestrados pudieran a ver a sus familiares después de muchos años pero que tenían que volver al territorio norcoreano por miedo a que se filtrara información que detallaba la realidad del país. Aquí se dice que Abe hizo que no volvieran a Corea del Norte y a partir de entonces, la relación entre ambos países empeorara. El actual primer ministro sigue alardeando esta estrategia como si fuera su hazaña más destacada. Pero aún quedan asuntos pendientes relacionado con el caso, y que se ha mencionado este aspecto en la ONU, para poner fin a la espera de los familiares, que siguen esperando una respuesta a pesar de que la certidumbre es un vocablo que poco a poco se aleja de ellos.
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