Imagen del canal de televisión Channel A
Mientras que el mundo observa mediante los medios de comunicación cómo Corea del Norte lanza misiles sin ningún motivo claro ante la mirada distraída de Estados Unidos orquestado por Trump, desde Seúl nos llega una historia pesarosa cuya víctima es una madre de origen norcoreano de 42 años que falleció junto a su hijo de seis años por inanición en su apartamento situado en el distrito de Gwan-ak. Sus cuerpos fueron descubiertos a finales del mes de julio ante el hedor que se podía olfatear los vecinos en ese piso. Ella llegó a Corea del Sur sola hace diez años cruzando el río Tumen y pasando por China y Tailandia hasta llegar al aeropuerto de Incheon. Como casi la mayoría de los norcoreanos, ella había dicho a un conocido suyo que en su ciudad natal el hambre era el fantasma más temible y vio como su entorno iba desapareciendo.
Una vez llegado a Corea del Sur y haber sentido la libertad, tenía que lidiar el largo proceso de adaptación en una sociedad tan diferente como la surcoreana. Consiguió traer a su pequeño hijo y a pesar de que trabajaba, su progreso en esta nueva sociedad no era satisfactorio para ella. Sus condiciones seguían siendo precarias y pidió ayuda al gobierno (al Ministerio de Reunificación) pero fue petición fue denegada ya que, por parte de dicho ministerio, las ayudas son facilitadas cuando los refugiados norcoreanos llevan en el país hasta un máximo de cinco años desde que han llegado. Ella, que llevaba unos diez años, tenía que buscarse la vida con su propio medio ya que la consideraba como alguien que está "plenamente" integrada en Corea del Sur. Al ser dos sociedades tan distintas, muchos estudiosos de la temática discrepan con las medidas del gobierno pensando que el primer año de estancia en Corea del Sur por parte de los norcoreanos es correspondiente a primer año de vida.
Imagen de la organización NAUH
Unos días después de conocerse el fallecimiento de esta mujer y su hijo, en el centro de Seúl, se ha instalado una pequeña carpa intentando dar el pésame por parte de los transeúntes. Sin embargo, la realidad es que en un día no han pasado ni diez personas para darle el último adiós, sino refugiados norcoreanos que han querido dar el último adiós porque ellos entienden perfectamente la situación que ha atravesado ya que ellos también pasaron por algo similar. Esto nos hace pensar, que a pesar de que Corea del Sur tiene el sistema más evolucionado respecto a las políticas de ayuda a los refugiados norcoreanos, aún hay aspectos que se debe mejorarse y tener, sobre todo, el consenso adecuado de varios sectores de la sociedad. Sin embargo, se necesitarían años de trabajo para alcanzar un agrado quizá completo.
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