31 oct 2012

Aquí no me siento persona, vamos a ese sitio


 No es un número abundante pero es progresivo en comparación con los años anteriores de la historia de deserción de los norcoreanos. Cuando pensaban que el destino final era Corea del Sur, algunos de ellos decidieron trasladarse a Japón por diversos factores. Unos porque sus familiares tenían raíces japonesas, otros por malestar generada y la dificultad de adaptación en la sociedad surcoreana o por la voluntad de la naturaleza que cuando cogieron el barco de forma imprevista a las islas niponas. Pero una vez llegados ahí también les quedan saltar el siguiente obstáculo: el idioma. "Mi madre es japonesa pero yo voy cada día en un centro que enseña el japonés. No sé hablarlo, por eso me es difícil buscar un trabajo". 

 Una refugiada decía: "Me sentí muy infravalorada por los surcoreanos. Y eso que somos hermanos. Parece que la división entre el norte y el sur también ha influido con los años en que ellos nos miren de forma despectiva a la gente que viene del norte. Al menos, eso es mi opinión. No digo que todos sean así pero algunos sí". Otro punto importante que matizaba los refugiados norcoreanos residentes en Japón era la retribución recibida por el gobierno insular. 130.000 yenes al mes (algo más de 1.250 euros). Dicen que agradecen la concesión de la nacionalidad pero después de aquello, el interés de las instituciones surcoreanas disminuye pero que tienen que adaptarse por ellos mismos y sin ayuda ninguna.

 "Otros prefieren ir a Estados Unidos, Canadá o incluso a Europa pero son lugares demasiados lejanos para nosotros. El día que suceda, de repente la reunificación, cogeríamos cualquier transporte para ir a ver a la gente que queremos ver lo más pronto posible. Y creo que este país es el sitio más cercano para aquel momento". Lamentan profundamente el desinterés de una parte de los coreanos sobre los problemas de Corea del Norte. A ellos solo les queda deshacer de los óbices que les imponen en sus caminos a diario. 

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