4 mar 2013

Historias (Parte 18: Sin sensibilidad)


 Él se muestra preocupado de sí mismo. "Estoy empezando a no entristecerme con las muertes de las personas. Las defunciones de las personas, sean conocidas o no, por el hambre o por las enfermedades me parecen algo tan normal que a veces me pregunto: ¿Porqué no lloras de los fallecimientos?". Cada mañana él oye cinco a seis muertes diarias por los vecinos, especialmente ancianos, mujeres o niños. "Los ancianos están demasiado débiles que no superan los sesenta años de edad en su mayoría...muchos son abandonados por sus propias familias y nadie se preocupe en ayudarles, ni siquiera el régimen que siempre vocea por la igualdad de las personas..."

 Presenció diversas ejecuciones de personas acusadas de robar unas ovejas, cabras y vacas para comerlas o personas que opinaba negativamente de los mandatarios de Corea del Norte. Cree que después de ver tantos fusilamientos, él se acostumbró a no apenarse por los condenados a muerte. Los guardias obligaban a toda la ciudad a presenciar dichos actos. Entre el público, niños de pocos años y mujeres de aspecto bondadoso e indulgente. "Es horrible pero con el tiempo uno nota que esto es algo muy común. No sé que tipo de consecuencias emocionales me podrían traer en el futuro. Esto se tiene que acabar. Creo que mi corazón esconde algo de sensibilidad aún, o eso espero..."

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