18 abr 2012

La pequeña salvación, la gran oportunidad


 El proyecto cooperativo industrial de Kaesong fue inaugurado en el año 2004 que para muchos, simbolizaba el acercamiento de las dos Coreas y poner fin las hostilidades existentes desde el fin de la guerra. Desde Seúl, sesenta minutos en autopista separa aquel complejo industrial más grande jamás comenzado en Corea del Norte. Cuando se anunció la noticia que millones de hectáreas se iban a construir para generar empleo, los habitantes de Kaesong, Pyongyang y de las ciudades alrededores se ilusionaban de conseguir un puesto. Se trataba de un trabajo colectivo. Era la primera vez que personas de dos nacionalidades trabajaban en el mismo techo. En el año 2005, en el complejo industrial había más de seis mil trabajadores norcoreanos y quinientos surcoreanos. En la actualidad, son más de cuarenta y cinco mil empleados norcoreanos y ochocientos surcoreanos.

 Cuando las aflicciones eran notables desde que el actual presidente de Corea del Sur ganó las elecciones, existían numerosos rumores del cierre del complejo por diferencias políticas. Aquellos rumores fueron acallados y el complejo creció aún más alabando los labores de las mujeres norcoreanas: "He de sincerarme. Las jóvenes norcoreanas son unas trabajadores magníficas. Incluso he de presumir que son mejores que las trabajadores chinas o vietnamitas. Son ágiles y rápidas. No se sienten cansadas. Al contrario, se sienten felices porque por fin un trabajo las trae estabilidad y comida a sus familias. Una cosa que los políticos norcoreanos o surcoreanos que no podrán hacer, por muy diferentes que sean, es cerrar este complejo. Eso supondría la pérdida del frágil soporte económico norcoreano y los/las trabajadores/as sufrirán de la pobreza extrema". 


 El control del acceso de los surcoreanos a las tierras norcoreanos es excesivamente estricto. Algún movimiento o herramienta sospechosa supondría la prohibición de la entrada y la apertura de un expediente disciplinario del suspicaz. Aquel que entra con sus mercancías a Corea del Norte, aunque sea por unas diminutas horas, se siente privilegiado. Dice: "Voy dos veces a la semana a Kaesong para hacer negocio. Corea del Norte, en el futuro, puede ser un lugar de oportunidad. La gente es muy trabajadora. Aunque también siento algo de pena por aquellos que tienen familiares ahí. Quieren pero no pueden. No es fácil hablar con los norcoreanos. Una cosa tan normal como charlar supone una advertencia y puede surgir conflictos. Pero este trabajo me satisface porque veo a muchas personas felices, aunque no lo exterioricen...".  


Imagen: Una trabajadora norcoreana trabajando en uno de los múltiples complejos de Kaesong

Nota: En el complejo se utiliza solamente dólares americanos. 

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