7 abr 2012

¿Donde están las vacas?


 Fue en el año 98 cuando el acercamiento entre ambas Coreas era fértil y aquella palabra tan extraordinaria como la reunificación parecía inminente haciéndolo de forma pacífica y los dirigentes sonreían ante las cámaras de todas las cadenas de televisión. Los mayores que rozaban la barrera de los ochenta y noventa años danzaban a pesar del dolor corporal por la vejez. Estaban felices y contaban, entusiasmados, a sus nietos que pronto iban a ver a sus familiares que parecían que nunca iban a abrazar. La primera acción que tomaron como medida de cooperación (por parte del gobierno surcoreano) fue enviar vacas, juntadas en enormes camiones. Se calcula que fueron miles quienes encontraron un nuevo hogar y vieron como los nuevos caseros estaban impresionados de sus volúmenes corporales. Además de las vacas, también se enviaron decenas de miles de toneladas de arroz y maíz para paliar el hambre en Corea del Norte.

 Aunque esta acción fue inmensamente benévola poniendo en frente al fundador ya fallecido del grupo Hyundai, el admirado señor Jung, nunca conseguimos ver donde llegaban esos repartos. La cifra del hambre no disminuía y diversos reportajes independientes relataban como los niños sin padres tenían que vagabundear por los mercados de las aldeas y suplicar ante los desconocidos por un trozo de fideo o pan. Otros quienes fueron testigos de estos repartos, pero que luego escaparon al no aguantar del cansancio, dijeron que las distribuciones fueron dirigidas directamente para la élite norcoreana. Ellos, los detestables, consiguieron saborear deliciosos platos calientes con carne de vaca.

 Cuando la relación se enfrió, se cerró todas las fronteras entre las dos Coreas pero prontamente surgieron proposiciones altruistas en el Parlamento reivindicando la necesidad de enviar por enésima vez toneladas de alimentos a Corea del Norte. Muchos estaban a favor de esta medida pero criticaban duramente la falta de observación y transparencia del gobierno surcoreano y opinaban que la corrupción en el territorio norcoreano era el principal factor de la no disminución de la pobreza extrema. Organizaciones accesibles a este país como UNICEF o Programa Mundial de Alimentos tampoco fueron capaces de distribuir equitativamente los sustentos. Mientras ni usted ni yo no podemos hacer nada por perforar el hermetismo y seguimos pensando que hacer con la gente norcoreana, los informes nos dan malas noticias: más gente morirá si el régimen no presta interés en su propia población.

 Nota: Durante sus primeros envíos a Corea del Norte, llamaban a estos animales como "las vacas de la reunificación" como símbolo de prosperidad. 

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