4 ene 2013

Cerdos, maíz frito y calefacción


 Se oyó que en la ciudad de Hyeryong, situado en la provincia de Hamkyung Norte, se abriría una nueva gran granja de cerdos con una capacidad de acoger aproximadamente diez mil unidades con el fin de suministrar quinientas toneladas de carne de cerdo al cuerpo militar y elaborar unidades incontables de pieles originarios de este animal. La construcción de esta granja fue encargada personalmente por el actual máximo dirigente del régimen norcoreano y su minuciosa atención no privó a estos voluptuosos animales grandes cantidades de máquinas de calefacción y toneladas de maíz frito, suministrando a cada cerdo unos 800 gramos al día, para que sus estructuras achaparradas se mantengan constantemente.

 La noticia se expandió rápidamente entre los vecinos de aquella ciudad y sus reacciones fueron acompañados con la ira: "¿Como es posible que los cerdos puedan vivir en "buenas" condiciones mientras nosotros tenemos que abrigar con telas finas y buscar por los montes durante días por la leña en invierno y rezar al cielo durante el verano para que no suceda una inundación?. Me siento un miserable y enojado viendo como esos animales tendrán mejor cuidado y atención que nosotros". "El régimen nos está humillado indirectamente con este plan de construcción de granjas. Siento que mi vida es mucho más "barata" que de estos animales. Todo esto es muy lamentable". 

 Entre las letras pequeñas del plan de construcción, también se ofertaba un puesto de trabajo. Un cuidador especialista de cerdos. Enseguida, cientos de estudiantes universitarios se empujaban para ser el/la elegido/a. La prioridad de estos esperanzados no era conseguir un ingreso extraordinario con este puesto fijo sino que era para aprovechar las bolsas de maíz frito y vender en el mercado negro o dar una parte de dicho alimento a sus familiares. La cólera silenciosa aún no se había calmado en Hyeryong pero sus quejas serían inútiles y prohibidas al ser considerado como un delito grave de traición al régimen. Sólo les toca contener sus frustraciones convertidas en lágrimas y esperar que en verano no haya tanta lluvia como en los años anteriores.

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