4 sept 2011

El desencuentro y el cansancio


 Muchos dicen que la presencia de los "niños de la flor" han reducido estos últimos años con la presunta prosperidad económica, pero estos rostros agotados siguen vagando por toda la zona del norte de Corea del Norte. Miles de jóvenes, que queriendo estudiar en la escuela, al no poder, no hay otra manera que vagar por las calles y pedir un poco de comida o limosna siendo rechazado en muchas ocasiones por los habitantes o incluso recibiendo palizas por los vendedores al intentar robar un trozo de pan o un plato de arroz recién hecho. Estos niños son aquellos que son discriminados por la sociedad aparentemente perfecta norcoreana. 

 Pero no son sólo los huérfanos quienes tienen la etiqueta de "el niño de la flor". También son hijos de familias muy pobres que por necesidad o por la insistencia de sus padres que no pueden trabajar por más tiempo al contraer alguna enfermedad grave quienes deambulan por las calles de las ciudades del país. Hay casos donde muchos de ellos son demasiados jóvenes que aún no ha dado el paso de la etapa de la infancia a la juventud, quienes se han desorientado por el camino o fueron influenciados por malas compañías que no volvieron a ver jamás a sus progenitores. Los padres, preocupados, iniciaban la búsqueda apaisada de sus hijos pero en muchos casos sin resultados agradables. Miles de historias de desencuentros producen cada día, pero jamás son contadas y descubiertas. 

 En las estaciones de trenes son donde decenas de "niños de la flor" van y suben a los vagones a pedir algo de dinero. Los vigilantes vienen y los echan. Intentan otra vez cuando los vigilantes hayan ido a otra parte sobrepasando los vagones. Sus pies, al final de día, se hinchan hasta ponerse púrpura y se manchan de polvos marrones que deja un aspecto grasiento y descuidado. Con lo que se ha ganado cada día, se reparten entre el grupo y compran el pan del día. Algunos jóvenes que han venido de la otra punta del territorio norcoreano, han tenido que viajar de un lado a otro sin que nadie le viera. Quieren volver a ver a sus familias pero no desean ir ahora. Quieren irse después de que hayan ganado mucho dinero. 

 Los centros culturales son los sitios donde estos "niños de la flor" descansan después de caminar decenas de kilómetros pidiendo caridad. Entran a estos sitios y los niños quedan maravillado de algunas pinturas, esculturas y piezas hechas con piedras preciosas y piensan: `Que grande ha sido este país, pero ¿qué futuro me espera a mí?´ Estos niños, aún viviendo en la edad de la inocencia, da un respiro insondable a sus cuerpos bajo la mirada atenta de los guerreros hechos de roca. 

Nota 1: "Los niños de la flor" que en coreano que pronuncia "Kotyebi" proviene de la palabra rusa "KoyeBbe" que significa vagabundo. 

Nota 2: Otros grupos de niños de la flor, además de estar en las ciudades o en pueblos, también están en playas desiertas (por ejemplo, en la provincia de Hwanghe Sur). 

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